La ciencia nos explica que la neuroquímica de la felicidad se basa en cuatro compuestos del organismo: endorfina, serotonina, dopamina y oxitocina
La eterna pregunta, ¿qué es la felicidad? al respecto, Aristóteles, Séneca o Schopenhauer escribieron sendos textos, se han filmado películas o escrito un sinfín de canciones para tratar de explicarlo. ¿Es una realidad, es una utopía, es un estado aspiracional?
Para el filósofo Fernando Savater, la palabra felicidad es por sí sola, demasiado pretenciosa, señalando que “uno no puede ser feliz si piensa que puede dejar de serlo. Ser feliz exigiría ser invulnerable”.
Al menos así lo explica en su libro de 1986, “El contenido de la felicidad”, en el que además invita al lector a reflexionar sobre la diferencia con “la alegría”, Ya que, “se está alegre en una situación pase lo que pase después’. Ahora bien, ‘estas perdido si dependes de las circunstancias para ser feliz”, porque “las circunstancias pueden impedir la felicidad, pero nunca darla”.
Según la definición que encontramos en Wikipedia, “la felicidad es una emoción que se produce en un ser vivo cuando cree haber alcanzado una meta deseada”.
Entonces, si nos apegamos a esto, estamos hablando de que es algo completamente subjetivo y cada quien encontrará su propia fórmula para ser feliz… o infeliz.
¿Se puede medir la felicidad? Externamente, se han registrado algunos intentos por hacerlo, siempre basándose en el sentido de autorrealización que cada persona tiene sobre sí misma, con base en su proyecto de vida, en el que influyen las actitudes y conductas individuales.
No se trata de que seamos “ciudadanos Disney” que todo lo veamos perfecto e irritablemente positivo, pero sí es cierto que una actitud positiva y tener el hambre de alcanzar nuevas y distintas metas, facilita experimentar la autorrealización, a diferencia de los pesimistas que atribuyen a otros sus frustraciones.
Esto tiene un sustento científico muy sencillo, entendiéndose como un proceso evolutivo de nuestro cerebro, pues al alcanzar lo anhelado, entonces se generan estrategias seguir adelante y alcanzar nuevos retos, generando impulsos emocionales positivos, que obtienen una gratificación social.
En este sentido, se ha concluido que la felicidad tiene componentes genéticos en un 50 por ciento, relacionados con la toma de decisiones y experiencias en un 40 por ciento y vinculados a las circunstancias, solo en un 10 por ciento.
Así, en la parte de genética, el neurocientífico estadounidense Daniel Amen, la define como un estadío químico predeterminado por el correcto funcionamiento del cerebro.
Mucho depende de que los neurotransmisores que se segregan en el cerebro, lo hagan en justa medida, porque de lo contrario, “por más ganas que le echemos”, si la bioquímica cerebral no contribuye, no lo lograremos porque cuando este órgano funciona bien, “la persona funciona bien, y eso incluye estar feliz”, explica Amen.
Teniendo claro esto, podemos entender la parte de “una buena actitud”. Y es que, las emociones positivas nos mantienen anímicamente estables y nos ayudan a prevenir trastornos de la salud mental y emocional. Además que nos permiten reaccionar mejor y adaptarnos a las situaciones complicadas que se presentan en la vida.
Por eso es de suma importancia hacer caso a aquel dicho de que “el que con lobos se junta, a aullar aprende”. Y es que, un tipo de neuronas denominadas espejo se activan cuando estamos cerca de una persona feliz. Sus características nos resultan atractivas inconscientemente.
Esa es la base de nuestras relaciones de amistad, y por ello las neurociencias nos dicen que la felicidad se basa más en unas buenas relaciones sociales que en la posesión de objetos materiales.
Por lo que, desde el punto de vista científico, los endocrinólogos y neurocientíficos nos explican que la neuroquímica de la felicidad se debe a cuatro compuestos del organismo: endorfina, serotonina, dopamina y oxitocina.
Los cuales, si funcionan como debe de ser, desatan “una fiesta en el sistema límbico”, un sistema de recompensas similar al de las drogas como la cocaína o el alcohol.
Al menos eso explica el doctor Eduardo Calixto, reconocido investigador de la fisiología cerebral y divulgador científico, jefe del Departamento de Neurobiología del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”, quien asegura que “es un proceso neuroquímico que consiste en la liberación de determinadas concentraciones de dopamina en las áreas que forman el sistema límbico”.
De esta manera, se podría concluir que la felicidad es una combinación de elementos genéticos, realización de aspiraciones personales y una buena cadena de relaciones sociales.
Por lo que, en caso de tener la sospecha de que la segregación de los neurotransmisores no es la correcta o se arrastra un estado de desánimo generalizado, es recomendable buscar orientación y ayuda profesional, para así tener una buena calidad de vida.
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