No sólo el contraer sarampión, también la falta de vacunación generará en las personas graves problemas de salud, como adquirir infecciones más severas
Todo el 2019 ha estado marcado por epidemias que o ya habían desaparecido o estaban bajo control, una de las enfermedades 100% prevenibles que está atacando con fuerza es el sarampión.
Ante esta situación los médicos y científicos de todo el mundo deben realizar nuevas investigaciones no sólo para poder afrontar la epidemia de un modo efectivo, también para saber las consecuencias que ésta dejará a largo plazo.
Sobre esto último el profesor asistente Michael Mina, del Centro de Dinámica de Enfermedades Transmisibles de la Escuela de Salud Pública de Harvard TH Chan y la Facultad de Medicina de Harvard, colegas de su grupo y de otros grupos desarrollaron una investigación.
Los resultados de dicha investigación fueron presentados en la 5ª Conferencia de Vacunas de la Sociedad Europea de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (ESCMID).
Si bien la investigación aborda las consecuencias de no vacunarse (para todas las enfermedades), se enfocó en el sarampión por el resurgimineto d este.
¿Cómo afecta el sarampión a quienes lo padecieron?
El sarampión, una enfermedad infecciosa altamente contagiosa, es grave y causa fiebre, sarpullido y otros síntomas en la mayoría de los niños y complicaciones como neumonía e inflamación cerebral. En 2018, en todo el mundo, el sarampión mató aproximadamente a 1 de cada 75 niños infectados con el virus, lo que provocó más de 100.000 muertes.
Además señalaron que las personas no vacunadas, que desarrollaron la enfermedad tienen mayor riesgo de contraer infecciones, que provocan enfermedades severas, este riesgo existirá al menos por tres años.
Por lo tanto, después de sobrevivir al sarampión, los niños pueden enfermar o morir por otras infecciones a las que previamente desarrollaron inmunidad, pero esta inmunidad fue borrada por el virus del sarampión.
Esta observación, respaldada por numerosos estudios (con el mecanismo aún en investigación) muestra que cuando el virus del sarampión infecta a una persona, principalmente infecta una gran proporción de las células de memoria del sistema inmune.
Esto da como resultado la llamada inmunoamnesia, por la cual el sistema inmunitario no puede recordar algunas de las enfermedades que ha combatido en el pasado, exponiendo así a los niños a la reinfección con estas otras enfermedades.
Con estos hallazgos se puede explicar las misteriosas grandes caídas en la mortalidad de hasta el 50% después de la introducción de las vacunas contra el sarampión, aunque antes de las vacunas el sarampión generalmente se asociaba con mucho menos del 50% de las muertes infantiles.
Anteriormente esto pasaba desapercibido pues los médicos no vinculaban una muerte por enfermedad infecciosa con un cuadro de sarampión desarrollado por el niño, dos años antes, el cual borró la memoria de su sistema inmune para el nuevo patógeno infeccioso.
Antes de la vacunación
“Antes de la vacunación, el sarampión infectaba a casi todos. Debido a que ahora pensamos que las infecciones de sarampión pueden borrar la memoria inmune preexistente, al prevenir la infección por sarampión a través de la vacunación, evitamos futuras infecciones con otras enfermedades infecciosas”, explica el doctor Mina.
Antes de la vacunación, la incidencia de sarampión de año en año podría explicar casi toda la variación en las muertes por enfermedades infecciosas que no se produjeron durante varias décadas.
En conjunto –añadió Mina–, esto sugiere que el sarampión puede haberse asociado tanto como la mitad de todas las muertes infantiles debidas a enfermedades infecciosas antes de la vacunación y, por lo tanto, explican las misteriosas grandes caídas en la mortalidad observadas después de la introducción de la vacuna
¿Existe solución?
Sin tener certeza científica, pero basado en observaciones, aventuró a decir que:
“Puede ser que la única forma de que un niño se recupere de esta inmunoamnesia es si sus células de memoria ‘vuelven a aprender’ cómo reconocer y defenderse contra enfermedades que habían conocido antes, y pueden hacerlo mediante la reexposición al patógeno o por revacunación contra esa infección particular”.
Sin embargo, es esta nueva exposición a los otros patógenos lo que plantea los riesgos a largo plazo después de una infección por sarampión. Un reciente estudio epidemiológico dirigido por el colega del doctor Mina, el doctor Rik de Swart, del Departamento de Virociencias del Centro Médico Erasmus, en Países Bajos, analizó los resultados clínicos de más de 2.000 niños infectados con sarampión en el Reino Unido.
En ese estudio, encontraron que los niños tenían muchas más probabilidades de requerir visitas al médico y tenían tasas más altas de prescripción de antibióticos durante 2-5 años después del sarampión. Para mitigar estos efectos a largo plazo, el doctor Mina sugiere que “podría ser razonable considerar la revacunación con otras vacunas infantiles después de la infección por sarampión”.
Por supuesto que no se puede hablar de revacunación si nunca se ha inmunizado a un niño, la mayoría de niños que contrajeron sarampión no estaba vacunado.
Lo anterior se traduce a una conclusión bastante simple en realidad: la vacunación es la clave para prevenir el sarampión y muchas otras enfermedades.
DMS
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