“El toreo es el único arte en el que el artista corre peligro de muerte y en el que el grado de brillantez de la actuación queda a la honra del lidiador”.
Ernest Hemingway
“El toreo es un arte misterioso, mitad vicio y mitad ballet. Es un mundo abigarrado, caricaturesco, vivísimo y entrañable el que vivimos los que, un día soñamos con ser toreros”.
Camilo José Cela
El toreo está en desuso, y esto es innegable. Para aquellos que no comprenden, para los ignorantes, para aquellos que jamás han conocido su esencia, para aquellos que carecen de la más mínima idea, es difícil ilustrarlos, ya que quizás nunca lleguen a entenderlo. El toreo se aprende y se enseña, aunque a veces se hace de manera implícita, arraigándose desde la infancia. No hay una forma humana de llegar a un entendimiento completo, es simplemente una tradición ancestral.
Hace relativamente poco, hace un cuarto de siglo aproximadamente, tuve la oportunidad de pisar la cuna del toreo, la Plaza de Las Ventas en Madrid, en la calle de Alcalá.
Este hecho, en apariencia simple pero de gran significado, a menudo es ignorado por aquellos que se consideran habituales en este lugar, por aquellos privilegiados que han permanecido en la catedral del toreo sin entender por qué. Su presencia, además de su ignorancia, a menudo resulta insultante para aquellos que viajamos desde distintas partes del mundo para vivir esta experiencia y, de alguna manera, contribuimos a su mantenimiento.
Es desalentador tener que compartir el mismo espacio con ellos, soportando sus ruidos insoportables, cuando ni siquiera valoran lo que tienen. Es una apatía vergonzosa. Deberíamos considerar expulsarlos al menos de su propia inaceptable sonoridad. La calle de Alcalá merece más elegancia, amor y consideración.
Carlos Mora Álvarez, empresario y especialista en comunicación política