Y de nueva cuenta y de golpe y porrazo tenemos que entender que la CDMX no es la radiografía del país. Este fin de semana tuve la oportunidad de estar en Querétaro. Encontré de nueva cuenta un estado maravilloso. No tengo iguala en Querétaro, me gustaría por que no cuesta trabajo. Pero no la tengo. Lo que he encontrado son amigos y políticos. Entre los amigos está Pancho Domínguez, gobernador de la entidad, puede ser un hombre simple o ranchero. Pero es evidente que sabe de la zona y actúa en consecuencia, ranchero y grillo, obvio. Pero ha puesto en primer lugar su estado y lo hace bien. Alejado de Anaya y sus operaciones deslumbrantes, Domínguez está logrando algo muy difícil, que sus ciudadanos sean felices.
Creo que no puede existir una lucha más prístina que un gobernante quiera que sus gobernados sean plenos.
En Querétaro, la gente es feliz, ese es el principio de cualquier gobernanza. Claro que hay problemas, robos, el Qrobus que apenas está agarrando forma, pero la gente está enfocada en las risas, en los planes de la noche. Se vive una especie de dimensión desconocida. No hay una real preocupación por la delincuencia, simplemente se hacen planes. Estoy cierto que en otros lugares del país no se hacen planes porque hay que dejar lugar al miedo.
Para acabarla, en Querétaro hay magia, el gol de Everaldo Stum, una gloriosa chilena hizo gritar a más de 25 mil gargantas y un servidor se enloqueció.
Puede ser controvertido para los amantes u odiantes pero las cifras marcan que, el mejor destino productivo de todo el país es Querétaro. Me encanta la laxitud de los queretanos al respecto de la elección del 2018. Claramente les importa un carajo porque están enfocados en cómo seguir siendo productivos. En cómo hacer de un lugar la capital del emprendimiento.
En fin que este fin de semana pude olvidarme de campañas y candidatos. Pude imaginar que hay un país más allá de la asquerosa grilla. De los frentes y las declaraciones de tres tipos que hoy no reconozco. Conocí a un Ricardo Anaya educado y estructurado, hoy ni reconozco al cerillo ardiente que no puede explicar su fortuna. Conocí a un José Antonio Meade dedicado a ayudar a la discapacidad que se posó en su familia, conocí su tremenda humanidad y capacidad como funcionario público, hoy no reconozco al “violentillo” de cantina buscapleitos profesional. Hoy reconozco en Andrés Manuel López Obrador al hombre que se cansó de pelear y así encontró la fórmula a la presidencia. El hombre que ante un ataque de Vargas Llosa es prudente, aunque sus aliados pendejamente quieran quemar libros. Andrés tiene la inteligencia de ponerse un paso adelante, de no engancharse, evidentemente empieza a hacerle caso César Yañez, su vocero de siempre que, es genial , cuando AMLO pacientemente le escucha.
En fin, creo que no es una locura pensar que es viable que los mexicanos queramos la felicidad. Creo que como la señora de Duarte, merecemos abundancia, pero no la asquerosa a una vía derivada de la corrupción, sino esa que deviene de las sonrisas y la satisfacción, esa que en Querétaro ha contagiado Pancho Domínguez y su equipo, esa que gritamos hasta que la garganta se colapsó con la chilena de STUM.
Qué maravilla es poder estar solo pensando en la siguiente aventura, en el siguiente triunfo. Gracias a Mario Pintos por compartí su pasión y angustia. Gracias a Pancho Domínguez por rifarse y ser un gobernador que privilegia a su gente y no la grilla. Gracias a Carlos Garrido por ser el enlace entre los queretanos y el mundo.
Pero más que a nadie le agradezco a la gente de Querétaro sus ganas, sus cariño, su estructura para dejar la discapacidad estatal y volverse chingones y propositivos. Por que lejos de quejarse han creado un clima maravilloso para ser felices después de sentar las bases de la producción y el desarrollo.