No sólo es un tema tabú, es una preocupante realidad que requiere estudios y esfuerzos para atacar el problema de salud pública que es el suicidio
Ricos, pobres, famosos, amas de casa, profesionistas, madres, padres, niños, jóvenes, adultos, no importa la situación, en cada sector social y rango de edad se puede llegar a cometer suicidio, pero ¿Qué tienen en común las personas que se quitan la vida?
Probablemente la primer respuesta que viene a la mente es depresión, si bien es cierto, no todo el que padece este mal llega siquiera a intentar suicidarse, mucho menos a lograrlo, pero es uno de los primeros factores a analizar, la depresión causada por deficiencia de serotonina en el cerebro.
El suicidio es un rompecabezas. Menos del 10% de las personas con depresión intentan suicidarse, y cerca del 10% de los que toman sus propias vidas nunca fueron diagnosticados con alguna condición de salud mental.
Existen muchos estudios que tratan de explicar el suicidio, cada uno con diferente enfoque, pues hay quien piense que lo que lleva a esta decisión es un circo de varias pistas, no sólo una.
Decia Albert Camus en alguno de sus libros que el suicidio era el único problema filosófico serio que enfrentaba el hombre.
Y es que cómo explicar que se nade contra corriente, mientras que la naturaleza humana es la supervivencia, hay quienes deciden dejar la vida y hacerlo por su propia mano.
Como se mencionó antes, la bioquímica del cerebro juega un papel importante en el suicidio, la falta de serotonina es un común denominador en aquellos que se quitan la vida.
“Un nivel bajo de serotonina parece ser un marcador biológico de aquellas personas que experimentan depresión y tienen tendencia al suicidio”, afirma Herman van Praag, psiquiatra de la Escuela Albert Einstein de Medicina.
Factores de riesgo
Las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que alrededor de un millón de personas consuman el suicidio anualmente, y que una cifra diez veces superior tiene ideación suicida, por lo que alcanza un notable treceavo lugar como causa de muerte; la cuarta parte de quienes intentan suicidarse repiten su intento dentro de los siguientes doce meses, y una décima parte de ellos logra su propósito en un plazo de diez años.
Los factores de riesgo de suicidio pueden ser fijos o modificables. Ningún tratamiento modificará los riesgos fijos, tales como el intento previo de suicidio, los factores genéticos o los de género, la edad, etnia, estado civil o situación económica; en cambio, los factores de riesgo modificables son, principalmente, la ansiedad y la depresión.
Serotonina
Solía decirse que el suicidio era cosa de hombres blancos, cosa que en los últimos años se ha desmitificado, pues la incidencia es casi igual en jóvenes y mujeres; lo único “real” de la frase es que las personas de raza negra presentan una taza baja de suicidios.
Otro factor clave en las altas tasas de suicidio entre los hombres, puede ser aquello que algunos psiquiatras identifican como una inclinación hacia la violencia impulsiva, característica que puede tener una base bioquímica.
Todo eso tiende a establecer una relación entre el suicidio y bajos niveles de serotonina. Esta sustancia, una de las docenas de neurotransmisores que controlan la actividad de las células cerebrales, es un medio, lo mismo que otras sustancias químicas del cerebro, para regular algunas actividades cerebrales, incluyendo la emoción.
Utilizando nuevas técnicas, algunos científicos han sido capaces de establecer deficiencias de serotonina midiendo los niveles de uno de sus principales productos metabólicos, un químico llamado ácido hidroxyindoleacético-5 (5-HIAA). Los investigadores han podido determinar los niveles del ácido en el cerebro durante las autopsias y en la médula espinal de los vivos.
Esta dirección de las investigaciones sobre la serotonina se deriva de un descubrimiento realizado en 1976 por la siquiatra Marie Asberg, quien estudiando pacientes depresivos encontró que el 40% de ellos, que presentaban niveles de serotonina por debajo de lo normal habían intentado suicidarse.
El sistema de la serotonina está bastante extendido en el cerebro y puede estar relacionado tanto con la depresión, como con el control de los impulsos. Lo que tienen que determinar los científicos es si los bajos niveles de serotonina son la causa o el efecto de la depresión, o de la impulsividad. Sin embargo, parece ser que el hecho de que existe una relación es un factor de importancia fundamental para futuras investigaciones.
¿Escrito en los genes?
Hay evidencia de que la genética influye en el riesgo de suicidio de una persona. Por ejemplo, los familiares biológicos de niños adoptados que se suicidan son varias veces más propensos a quitarse la vida que la población en general.
Fabrice Jollant, psiquiatra de la Universidad de McGill en Montreal, Canadá, ha encontrado que los parientes cercanos de las personas que se suicidaron eran más impulsivos que un grupo de control cuando jugaron un juego de apuestas diseñado para probar la toma de decisiones. “Parece que esto es algo heredado”.
Alexander Niculescu, psiquiatra de la Universidad de Indiana, en Indianápolis, y sus colegas han identificado un conjunto de seis genes cuya expresión se muestra alterada en la sangre de las personas que se han suicidado.
DMS
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