Tras estar un período de 25 años en diferentes lugares.
La Academia Mexicana de la Lengua recupera su sede histórica. La asociación civil, establecida en 1875, ha regresado a la casona colonial de dos plantas situada en Donceles 66. Tras un largo período de traslados, la academia realizó su sesión de pleno ordinaria en el recinto recién remodelado y celebró una ceremonia de reapertura a la que asistieron casi todos sus 36 miembros numerados.
El edificio, de dos plantas y construido en 1828 en un terreno de mil 498 metros cuadrados, fue adquirido por la Academia en 1956 gracias a un patrimonio en fideicomiso otorgado por el gobierno mexicano en 1952. Posteriormente, la sede se trasladó a Liverpool 76, en la colonia Juárez, en 2002, y se decidió alquilar Donceles 66 para obtener ingresos adicionales.
Sin embargo, en 2009 surgió un conflicto con Editorial Jus, que dejó de pagar el alquiler. La AML inició una Controversia de Arrendamiento Inmobiliario en 2013, y finalmente recuperó el edificio en 2020 después de un acuerdo con Celorio. Los trabajos de rehabilitación, supervisados por el arquitecto José Castillo, comenzaron hace un año.
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El actual líder de la Academia, reelecto para un segundo y último mandato en 2019, anunció una nueva fase de remodelación para ampliar el Salón de Plenos, crear un auditorio, una sala de lectura y oficinas para las comisiones. Durante la ceremonia, se destacó la presencia de la familia de Alejandro Quijano, el director fundador, que donó un retrato suyo y varios cuadernos manuscritos de su poesía y otros escritos, los cuales serán exhibidos en la sede.
Asimismo, se agradeció a Juan Pellicer por donar un retrato del poeta Carlos Pellicer, miembro de la AML, pintado por el ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. Entre los miembros presentes en la ceremonia destacaron figuras como Margo Glantz, Yolanda Lastra, Roger Bartra, Eduardo Matos Moctezuma, Hugo Hiriart, Carlos Prieto, Margit Frenk y Jaime Labastida.