La 4ª Compañía vuelve a poner al cine mexicano en un lugar especial, retoma el cine de denuncia que se hizo por los años 70 encabezado por el director Felipe Cazals
Pareciera que el cine mexicano se había quedado dormido o en un largo letargo en películas, que no fueran documentales, sobre el retrato crudo de realidades en nuestro país. Aunque ha habido un proceso y una larga lista de películas mexicanas que han dado destellos de un despertar a este tipo de películas, ninguna se había acercado a La 4ª Compañía, ganadora de 10 Arieles, incluyendo Mejor Película.
Una cinta, basada en hechos reales, que nos descubre el oscuro mundo de la corrupción carcelaria, que lamentablemente, aunque la película habla de la época de los 80´s, sigue actual. Durante este periodo, Arturo El negro Durazo Moreno, fue el director general de la policía capitalina y abusó, como ahora lo siguen haciendo los nuevos mandos, de los internos del penal de Santa Martha Acatitla.
Este reclusorio fue inaugurado por aquellos años y resguardó en su gran mayoría, a todos los presos que cumplían su condena en el penal de Lecumberri o conocido también como Palacio Negro. La cinta comienza con un hecho espectacular que sucedió en los primeros tiempos del penal de Santa Martha y fue la fuga en un helicóptero del preso de origen estadounidense Joel David Kaplan. A partir de ahí la cinta tiene varios logros, la recreación de esta fuga, con todo y sus complejidades de producción, logra mantener al espectador en un momento de tensión. Los hechos retratados son más que nada un registro y un testimonio de los presos de esta penitenciaría que no sólo viven en la zozobra y el aguantar seguir vivos día a día, sino que se vuelven parte de un sistema de explotación como en la época de la esclavitud, donde su única oportunidad de seguir vivos con cierta dignidad es ser un engrane más de este sistema. La corrupción policiaca y sobre todo de los altos mandos, contando a Durazo como el mayor de todos, es el mejor ejemplo del cinismo que logró tener un gobierno que tuvo en sus manos el poder absoluto, al menos por un sexenio. Inclusive, es tan denigrante esta verdad que el mismo presidente de ese periodo, José López Portillo, fue conocido como el “perro”, por decir que quería defender el peso como tal, pero sólo para llevárselo a sus arcas personales. El hecho es que los ladrones eran patrocinados por la policía y a cambio podían obtener algunos favores, pero la realidad es que eran esclavos de estos mandos policíacos y acababan siendo sólo carne de cañón para mantener a este sistema tan corrupto y cínico. Es por esto que la película tiene un valor documental, pero sin descuidar la parte de ficción, que hace que los personajes tengan tanta fuerza dramática.
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Sin duda alguna la cinta, que en momentos parece ser un documental, no sólo tiene estos tintes de denuncia social y política, también hay que aplaudirle la forma en que está manejada, los efectos visuales, bastante aceptables, el casting y las actuaciones, sobre todo la de Adrián Ladrón, el protagonista, que ganó -precisamente por esta película- el Ariel en 2017 a Mejor Actor. La narrativa también es un factor importante, ya que va poniendo al espectador en los mismos dilemas morales que puede sentir el protagonista, no sólo son contados como hechos históricos y reales, sino que son contados como se podrían haber vivido realmente dentro de la cárcel.
Violencia, abuso, humillación son el pan diario de los presos, pero también existen, como en todo, nichos de poder a la que solo una pequeña élite logra pertenecer, pero este hecho también los hace ser crueles e implacables con los demás presos. Este grupo élite se hace llamar La 4ª compañía, que no sólo los hace estar unidos y trabajar en equipo, sino que los hermana, al menos por el tiempo que tienen el poder. Existe un común denominador que logra hacer de esta élite un grupo de choque dentro de la peni, obviamente patrocinado por las autoridades del penal, y esa es la habilidad para robar. Bajo el pretexto de ser parte de un equipo de futbol americano, llamado Los Perros, el protagonista es cobijado, no sólo por jugar bien al futbol, sino por su capacidad de adecuarse a los problemas que afrenta y a su habilidad para el robo de automóviles.
Filmada realmente en la penitenciaría y con varios reclusos reales de Santa Martha, le dan esa crudeza en las imágenes y los hechos que suceden en la cinta, llegando a un realismo tan desechado en el cine mexicano actual, ya que al ser parte de los personajes de la cinta, estos presos sólo reflejan sus vivencias dentro de la cárcel, dando así a la película este sentir de los protagonistas, que en sí se vuelven todos los presos. Una película que se llevó varios años para su realización y a decir de uno de sus productores, Oscar Ramírez (Arte Mecánica), una locura y una pesadilla para producirla. Pero dejemos que los directores, Mitzi Vanessa Arreola y Amir Galván, nos cuenten en esta entrevista que hizo mi compañera Elizabeth Bobadilla.
La 4ª Compañía vuelve a poner al cine mexicano en un lugar especial, retoma el cine de denuncia que se hizo por los años 70 encabezado por el director Felipe Cazals, que se involucró con el guión y supervisor de esta película. Cubre muchos aspectos que parecían perdidos dentro de nuestro cine, ya que rescata la acción y el suspenso, sin dejar de lado el humor negro que nos caracteriza. Pone a sus protagonistas como a personajes que con el tiempo podrían volverse de culto o al menos entrañables. Recrea de forma extraordinaria los años 80 en la Ciudad de México, esto habla de su excelente diseño de producción que muestra la investigación que se hizo de esa época. Es rematada por una fotografía excelsa que nos muestra esos lugares sórdidos y oscuros, como escenarios donde los personajes encajan a la perfección. Por último la banda sonora y el diseño de audio son excepcionales, en ningún momento dejas de ser parte de todos los lamentos, gritos, discusiones y puntos claves que acontecen en la cinta, ya que te envuelven en tal forma que te llevan al lugar donde suceden. La 4ª Compañía se estrena el 5 de abril y creo que es una gran recomendación no sólo para le gente que vio El Apando (Cazals, 1973) o Las poquianchis (Cazals, 1976), sino para las nuevas generaciones que pueden comenzar a darle un punto a favor al cine hecho por mexicanos.
Entrevista: Elizabeth Bobadilla
Texto: JuanMac
Cinematlán, El lugar del Cine
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