Su cuerpo fue velado en una casita construida de láminas, palos y lonas, a la orilla del camino de terracería, hacia la zona de cultivo de San Bernardino
Lidia Sanguino, una joven madre de 18 años de edad, murió a causa de las lesiones que le ocasionaron varios vecinos de San Bernardino, en Texcoco, Estado de México.
Varias semanas pasaron desde que la atacaron otras dos mujeres acompañadas de varios hombres, con los que aparentemente tenían conflictos previos.
El lunes Lidia perdió la vida y ahora su familia exige justicia a las autoridades ministeriales para que detengan a los presuntos responsables de su muerte y paguen por lo que le hicieron.
Por los golpes que le dieron en octubre pasado sufrió traumatismo craneoencefálico, además de daños en la columna vertebral, por lo que estuvo en estado de coma y ya no se pudo recuperar.
Estuvo internada en el Hospital de Alta Especialidad de Ixtapaluca donde pasó sus últimos momentos y sin la certeza de que sus agresores pudieran ser arrestados.
Dejó en la orfandad a un niño de 11 meses de edad, al que antes de la agresión pudo llevar al Registro Civil para ponerle el nombre que eligió para él.
Fidel se llama el pequeño, como su abuelo, el que ahora tendrá que hacerse cargo de él.
Su cuerpo fue velado en la casa construida de láminas, palos y lonas, a la orilla del camino de terracería, en la zona donde aún hay tierras de cultivo de la comunidad de San Bernardino.
A ese sitio llegó con sus padres cuando tenía seis años, después de que los desalojaron de un predio en zona federal que habían invadido en Chimalhuacán, víctimas de unos fraccionadores clandestinos.
El pequeño cuarto provisional que ocupaba cuando la agredieron no era de ella, se lo prestaron, pero también forma parte de unas cuantas casuchas construidas de manera irregular.
Falta de apoyo
Los padres de Lidia se trasladaron al Ministerio Público donde iniciaron la carpeta de investigación por el delito de homicidio.
La familia, además de la falta de recursos, se enfrentó a la poca sensibilidad del delegado de la comunidad que no les permitía sepultarla en el panteón porque dijo que no era residente originaria del pueblo.
Para presionar a las autoridades auxiliares un grupo de residentes bloquearon la noche del lunes la carretera federal Texcoco-Los Reyes y demandar un espacio digno para depositar sus restos.
Finalmente aceptaron la petición porque los propios habitantes de San Bernardino apoyaron a la familia y ahí le darán el último adiós.
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CAB