Esa zona del país es especialmente violenta debido a la falta de ejército de Kabul, por lo que las pocas tropas que combaten son financiadas por familias ligadas al gobierno o a los grupos insurgentes. La práctica que sufrió el joven suele ser popular en la región. Y es que antes de ser ejecutado, fue acusado de “ser familiar de un miembro de la policía local”, aseguró el portavoz gubernamental, Mohammed Reza. Con dichas palabras se refería a la Policía Local Afgana, la cual está compuesta por combatientes informales que apoyan al presidente, Ashraf Ghani.
Este simple hecho, de tener un familiar en la policía, le aseguró al menor ser juzgado como un enemigo del Estado Islámico. Algunas hipótesis, sin embargo, aseguran que fue una reacción por parte de los yihadistas como respuesta a la muerte de uno de sus comandantes, Qari Hekmatullah, quien fue abatido durante durante un ataque aéreo del ejército afgano. El jefe talibán se había convertido en la cabeza visible del grupo desde abril de 2017.
La llamada justicia a sablazos del Estado Islámico, la cual consiste en la decapitación del acusado, es muy popular hasta con sus propios combatientes. Uno de los hechos más emblemáticos fue la ejecución pública de 15 de sus integrantes en el bazar de la aldea de Surkh Ab, pues fueron acusados de estar vinculados con los talibán, otros de los grupos con los que se enfrentan constantemente.