Las autoridades japonesas consideran que el vertido no generará ningún riesgo para la salud humana
El gobierno de Japón decidió que se verterá al Océano Pacífico el agua contaminada que se almacena en la accidentada central nuclear de Fukushima, tras tratarla para retirarle la mayor parte de los elementos radiactivos, pese a la oposición que suscita el proyecto.
Esta controvertida medida está dirigida a resolver la acumulación de agua radiactiva en las instalaciones nucleares de Daiichi, uno de los problemas más acuciantes dentro del complejo proceso de desmantelamiento de la planta que resultó dañada por el terremoto y el tsunami de marzo de 2011.
Actualmente, alrededor de 1.25 millones de toneladas de agua contaminada están almacenadas en más de mil cisternas cerca de la central nuclear, en el noreste de Japón y se prevé que la capacidad para su almacenamiento se agote en otoño del próximo año según el ritmo actual al que se genera ese líquido.
Este decisión pone fin a siete años de debate sobre cómo deshacerse del agua de lluvia, de las capas subterráneas o de las inyecciones necesarias para enfriar los núcleos de los reactores nucleares que entraron en fusión como consecuencia del tsunami del 11 de marzo de 2011.
El primer ministro de Japón, Yoshihide Suga, tomó la decisión en una reunión con su gabinete de gobierno, después de someterla a consultas con la operadora de la planta, Tokyo Electric Power, con el regulador nuclear nipón, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y las autoridades locales de Fukushima, entre otras partes.
El vertido controlado de agua procedente de la central era la medida por la que se habían decantado desde principios del año pasado las autoridades niponas, al considerarla la más viable entre un elenco de otras opciones técnicamente más complejas.
Pero la decisión se había retrasado debido a la oposición del gobierno de Fukushima y de las asociaciones de pescadores locales, que consideran que el vertido podría perjudicar aún más sus actividades económicas, entre las más castigadas por el accidente nuclear de 2011.
Las autoridades japonesas consideran que el vertido no generará ningún riesgo para la salud humana debido a que los niveles de tritio liberados al mar estarán por debajo de los estándares sanitarios nacionales, al ser mezclado con agua marina, y defienden que esta es una práctica habitual en la industria nuclear de otros países.
Se trata del agua almacenada en enormes tanques y procedente del enfriamiento de los núcleos de los reactores nucleares dañados, así como de los acuíferos subterráneos y lluvias que se filtran y terminan contaminadas con isótopos radiactivos.
Las instalaciones de Fukushima Daiichi cuentan con un sistema de procesamiento del agua que elimina la mayoría de los materiales radiactivos considerados peligrosos, con excepción del tritio, un isótopo presente en la naturaleza aunque en baja concentración.
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AFG