31 años duró el veto a esta práctica, el país asegura que esto forma parte de su cultura y tradición marítima
El séptimo mes del año comenzó con una mala noticia, después de 31 años, Japón reanudó la caza de ballenas. Como celebración por ello se subastaron los primeros trozos de carne, los precios fueron bastante elevados, alcanzando los 15.000 yenes (140 dólares).
La empresa que comercializó está carne se llama Sendai Suisan, lo vendido provino de dos ballenas capturadas el pasado lunes, por una flota de cinco pesqueros frente a la ciudad de Kushiro.
El portavoz de la empresa manifestó que los precios tan altos se deben a que estaban celebrando, asegurando que se normalizarán después, para llegar a más tipos de consumidores.
Y aunque para ellos se comenzó con el pie derecho, están expectantes, pues no saben cómo reaccionarán los consumidores tran tantos años sin comercializar esta carne.
Pese a que la caza comercial de ballenas se prohibió en 1986 por la Comisión Ballenera Internacional (CBI), Japón aprovechó un hueco legal y continuó cazando en la Antártida y el Pacífico noroccidental, bajo el argumento de hacerlo con fines de investigación.
Hubo muchos detractores de este hecho, pues argumentaban que la era una excusa para tapar las verdaderas causas de las matanzas.
En diciembre de 2018 Japón anunció su retiro de la CBI, así como la reanudación de la caza comercial, lo que provocó rechazo en la comunidad internacional.
Japón refutó a sus detractores diciendo que la caza de ballenas es una parte vital de la cultura japonesa y la tradición marítima.
La ingesta de carne de ballena comenzó en el país nipón después de la Segunda Guerra Mundial, siendo ésta su principal fuente de proteínas.
Ahora que Japón se ha retirado de la CBI, los balleneros ya no cazarán en aguas internacionales, sino que las perseguirán en una zona de exclusión económica, que se extiende a 200 millas náuticas de la costa japonesa.
La Agencia de Pesca de Japón estableció una cuota de caza de 227 ballenas a partir del 1 de julio y hasta fin de año, la cual se reparte así: 150 ballenas de Bryde, 52 ballenas Minke comunes y 25 ballenas Sei.
La ballena Sei es la única que se encuentra en peligro de extinción en esta lista.
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