Este domingo se está llevando a cabo la jornada electoral de El Salvador. El actual presidente Nayib Bukele se perfila como el favorito a la reelección
Bukele cuenta con una popularidad del 90% entre la población, por lo que su reelección como presidente parece ser muy probable.
Los salvadoreños comenzaron este domingo a votar en unos comicios presidenciales y legislativos en los que el mandatario Nayib Bukele figura como gran favorito a la reelección.
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Los centros de votación abrieron a las 07:00 locales (13:00 GMT) y cerrarán diez horas después en una jornada en la que 6.2 millones de electores están llamados a sufragar, anunció el Tribunal Supremo Electoral.
Bukele, expublicista de 42 años, tiene casi garantizado un segundo mandato de cinco años, con una abrumadora popularidad del 90% y sin adversarios de peso, y podría incluso aniquilar a la oposición en el nuevo Congreso de 60 escaños, que ya controla cómodamente.
“Daremos el ejemplo de civismo”, dijo la presidenta del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Dora Martínez, al dar por inaugurada la votación en un acto en el centro histórico de San Salvador.
Aliviados con la tranquilidad que llegó a sus barrios antes tomados por las pandillas Mara Salvatrucha y Barrio 18, los salvadoreños aplauden la política de “mano de hierro” de Bukele, aún a costa de algunas libertades.
“Yo tenía que pagar ‘renta’ (extorsión), me dijeron que iban a matar a mi esposa y a mi mamá. Llegaron con pistolas a mi trabajo. Ahora todo ha mejorado”, afirmó Nelson García, de 39 años, quien tiene una venta de comidas en la capital.
Tras un sangriento fin de semana de 87 muertos, Bukele impuso en marzo de 2022 un estado de excepción que suma casi 76,000 detenidos y redujo a mínimos históricos los asesinatos, oficialmente 2.4 por cada 100,000 habitantes en 2023, en el que antes fue el país con mayor violencia criminal del mundo.
Pero organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch denuncian arrestos arbitrarios, torturas y muertes en prisión. Unos 7,000 inocentes fueron liberados, pero muchos siguen en la cárcel sin debido proceso ni poder comunicarse con sus familiares.