Por estos hechos, las autoridades municipales detuvieron a 24 personas y lamentaron que derribaran las estatuas
Activistas del pueblo purépecha utilizaron hachas y mazos para derribar estatuas que representan a sus ancestros siendo obligados a trabajar para un sacerdote español durante la Colonia española.
Los purépechas se han opuesto a las estatuas desde que fueron erigidas en 1995 en Morelia, la capital del estado occidental de Michoacán, y han solicitado en varias ocasiones que sean retiradas.
Las estatuas de tamaño real muestran al sacerdote español Fray Antonio de San Miguel ordenándole a un purépecha semidesnudo que corte un bloque de piedra, mientras que se ve a otro cargar una piedra sobre su espalda.
Una cuarta figura dentro del grupo, conocido como “Monumento a los Constructores”, representa a un urbanista español de nombre desconocido que sostiene unos papeles.
Los manifestantes consideraron que dicho trabajo escultórico, develado en 1995, es discriminatorio y racista, por lo que decidieron echarla abajo con lazos.
El Consejo Supremo Indígena de Michoacán aseguró que las estatuas glorificaban la brutal explotación de sus ancestros, quienes continuaron resistiéndose a los españoles después de la caída del imperio azteca en 1521.
“Durante este año 2022, se cumplen 500 años de la conquista e invasión de Michoacán, acontecida en junio de 1522”, dijo el organismo en un comunicado. “Durante la invasión al actual territorio michoacano, los españoles esclavizaron a miles de indígenas”.
“A 500 años de la invasión de Michoacán, los pueblos originarios continuamos en resistencia y lucha, tal y como lo hicieron nuestros abuelos en el camino”, añadió el consejo.
La manifestación se realizó “en el marco del Aniversario Luctuoso de Tangáxoan Tzíntzicha el último Cazonci o Irecha, gobernante del Estado Purépecha, quien fue detenido, humillado, torturado y quemado vivo por el Presidente de la Real Audiencia de Nueva España, Nuño de Guzmán el 14 de febrero de 1530”, señalan en un comunicado.
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El organismo difundió fotografías de algunas de las estatuas derribadas, mientras activistas las partían en pedazos.
Las autoridades michoacanas detuvieron por el vandalismo a unas 24 personas, por lo que habitantes locales se organizaron y bloquearon, supuestamente junto a normalistas michoacanos, varias vías de comunicación.
De acuerdo con el Consejo Supremo Indígena de Michoacán, han cerrado hasta seis carreteras en la zona “por la exigencia de la liberación de los presos políticos de las comunidades originarias, quienes fueron detenidos, golpeados y humillados el día de hoy por instrucciones del Presidente Municipal de Morelia Alfonzo Martínez Alcanzar, a quien hacemos responsable de la integridad física y moral de nuestros compañeros”.
Se trata de las carreteras de Cherán-Zamora a la altura de Carapan; Pátzcuaro-Uruapan a la altura del Puente de Ajuno; Morelia-Zacapu a la altura de Santa Fe de la Laguna; Uruapan-Pátzcuaro a la altura de La Cofradía; y Uruapan-Gabriel Zamora a la altura de Zumpimito. Además, también bloquearon la autopista Siglo XXI en a la altura de Caltzontzin.
¡Ante la Represión, la Movilización!”, señaló el Consejo. “Los pueblos originarios somos Sujetos Históricos, Sujetos de Jurídicos y Sujetos de Conocimiento, y continuaremos caminado en la libre autodeterminación”, señaló.
Durante la década de 1780, Fray Antonio de San Miguel supervisó las labores de la construcción de un acueducto para abastecer de agua a Morelia.
En 2020, el organismo de legado cultural de la ciudad emitió un comunicado en el que defendía la presencia del monumento.
“Basta con leer la placa muy clara y sencilla del monumento para enorgullecernos de lo que tenemos en nuestra ciudad, cuna de grandes pensadores”, se lee en el comunicado, en el que se niega que se hayan utilizado esclavos en la construcción de la ciudad.
El 24 de septiembre de 2020, el CSIM pidió al ayuntamiento de Morelia, donde se hallaba esta estatua, retirar el monumento a Fray Antonio de San Miguel, cuya efigie se encuentra en el conjunto conocido en la ciudad como “Monumento a los constructores de la ciudad”.
Entonces, el Consejo Supremo Indígena de Michoacán argumentó que esta escultura es “ofensiva y racista, símbolo de la subordinación, representación del esclavismo y un emblema del genocidio español”.
Los integrantes del CSIM mencionaron en varias ocasiones que lejos de reconocer a quienes aportaron su trabajo para construir a Valladolid, nombre con el que se le conocía a la capital michoacana en el México colonial, este monumento representa siglos de saqueo, dominación y explotación del sistema colonial, proceso histórico al que calificaron como ilegítimo, violento e inmoral.
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CAB