Kosaka Kumiko, una monja católica de origen japonés, fue imputada por la Fiscalía por su supuesta implicación en un sonado caso de abusos sexuales contra menores de un instituto para sordomudos en la provincia argentina de Mendoza.
La religiosa está acusada de la “comisión por omisión” del delito de abuso sexual con “acceso carnal gravemente ultrajante agravado”.
Tras permanecer un mes prófuga, la religiosa se entregó hace tres días en Buenos Aires y, ya detenida, fue trasladada a Mendoza, donde este jueves declaró ante el fiscal, quien le comunicó su imputación.
“No hubo preguntas por parte de la Fiscalía ni la querella. Ella testimonió su versión. Negó los hechos y dijo que estaba para servir, hacer el bien y cuidar a los niños”, añadieron las fuentes sobre la comparecencia de la monja, que seguidamente fue trasladada a un centro de reclusión penal.
La japonesa está involucrada en el expediente por el que ya hay otras cinco personas detenidas, entre ellas dos sacerdotes, imputadas por varios casos de abuso sexual a menores de entre 10 y 12 años del Instituto Antonio Próvolo para niños hipoacúsicos, situado en la localidad mendocina de Luján de Cuyo.
Los arrestados son dos sacerdotes -el octogenario Nicolás Corradi y Horacio Corbacho, de alrededor de 55 años- y tres empleados del instituto.
El fiscal Flavio D’Amore, había imputado a la monja por tres hechos en los que ha sido denunciada, a partir de testimonios de menores violados, quienes declararon asistidos por intérpretes de señas y guiados por psicólogos, al tratarse de víctimas menores de edad y discapacitados.
El abogado defensor de las víctimas, Sergio Salinas, de la ONG Xumek, explicó los tres casos por los que Kumiko quedó imputada: “La denuncia de una joven de 17 años, que asistía al instituto y declaró que fue abusada cuando tenía 5 años y que Kumiko le colocó un pañal para detener la hemorragia que le había generado el abuso. El caso de otra víctima que contó que la monja la mandaba a la habitación del cura Horacio Corbacho (también detenido) y terminó siendo abusada. Y, testimonios que dicen que la religiosa participó en tocamientos a niñas, que les pedía que se tocaran entre ellas y veía pornografía junto al celador Jorge Bordón (otro detenido) en un televisor”.
Kosaka Kumiko llegó al Próvolo en 2007 y permaneció allí varios años, tras los que pasó por otros centros religiosos.
En diversos allanamientos realizados en ese instituto se encontraron videos que contienen supuestamente pornografía y 550 mil pesos” (unos 35 mil dólares).
La monja dejó el Instituto Próvolo de Mendoza tres años atrás. También está acusada de obligar a los niños que asistían al instituto a comer hasta vomitar en su propio plato y de ser la encargada de identificar a los menores más sumisos que luego serían abusados.
La monja no pertenecía a la propia congregación del instituto, sino que formaba parte de la llamada Nuestra Señora del Huerto. Desde su arribo, era una de las encargadas de cuidar a los alumnos, fuera del horario de clases. De hecho, en ningún momento ejercía funciones docentes.
En diciembre pasado, el arzobispo de Mendoza, Carlos María Franzini, expresó su dolor por “el daño hecho a las víctimas” y aseguró que su archidiócesis nunca fue notificada de antecedentes penales que pesaran sobre los sacerdotes imputados ni de denuncias sobre el instituto, algo que remarcó, de haber tenido conocimiento, hubieran “actuado inmediatamente”.