Como un personaje visionario que se anticipó a su época, Ignacio Ramírez vislumbró el derecho igualitario de la mujer de acceder a la ilustración
Juan Ignacio Paulino Ramírez Calzada conocido por su seudónimo periodístico “el Nigromante”, nació el 22 de junio de 1818 en San Miguel el Grande, Guanajuato. Fue un escritor, poeta, periodista, abogado, político e ideólogo liberal mexicano.
Considerado por algunos investigadores como precursor del materialismo científico, el gran ateo del movimiento liberal, mientras que otros lo definen como un jacobino radical; pero por todos coinciden en que era un hombre de firmes principios, intolerante a la desigualdad y definitivo en su lucha contra los privilegios.
En 1835 fue llevado al Colegio de San Gregorio, en la Ciudad de México, donde estudió artes. En 1841 ingresó a la Escuela de Jurisprudencia y en 1845 obtuvo el grado de abogado en la Universidad Pontificia de México.
Sus colaboraciones se distinguieron por ser revolucionarias, donde condenaba los actos del gobierno conservador, abogando por la reforma del país en lo económico, religioso y político.
En septiembre de 1867, junto a Ignacio Altamirano y Guillermo Prieto fundó El Correo de México, financiado por Porfirio Díaz.
Como funcionario público, los historiadores lo califican por una “probidad impoluta, de honestidad intachable”, quien en el ejercicio de los más elevados encargos, fue más allá del axioma juarista que alecciona con la honrada medianía.
El Nigromante participó en la elaboración de las Leyes de Reforma. Al ser derrotados los conservadores, el presidente Benito Juárez lo nombró Secretario de Justicia e Instrucción Pública. Durante su gestión creó la Biblioteca Nacional y unificó la educación primaria en el Distrito Federal y en los territorios federales.
Como un personaje visionario que se anticipó a su época, Ignacio Ramírez vislumbró el derecho igualitario de la mujer de acceder a la ilustración y sustentó la idea de que la enseñanza de los pueblos indígenas debería basarse en el respeto irrestricto a su cultura y tradiciones.
Entregado la mayor parte de su vida a la misión política y moral tuvo tiempo para reflexionar en su poesía sobre el dolor de la ausencia y el amor conyugal, siendo llamado por el presidente Porfirio Díaz después de la batalla de Tecoac de 1876, para hacerlo Ministro de Justicia e Instrucción Pública.
Después, regresó a ocupar el cargo de magistrado de la Suprema Corte de Justicia, hasta su muerte, registrada en la Ciudad de México el 15 de junio de 1879 a causa de un infarto a la edad de 60 años, siendo Ministro de la Suprema Corte de Justicia.
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