“Fue precisamente en prisión donde me inicié con la heroína” (Thomson)
Hunter S. Thompson, llamado el padre del periodismo gonzo, nació en Kentucky en 1937. Escritor de cuentos, reportajes y obras tanto literarias como periodísticas.
Él mismo reconoció haber sido un delincuente juvenil, se dedicaba a robar pequeñas cosas, sobre todo licor, que era por lo que le pagaban más, de los 15 a los 18 años su vida transcurrió repartida entre la prisión y las calles.
“Fue precisamente en prisión donde me inicié con la heroína”, declaró Thomson en una entrevista.
Tiempo después y ya sin condenas, Thompson fue corresponsal del “New York Herald Tribune” en Puerto Rico, lugar que inspira “El diario del ron”, en cuyas páginas se nos presenta bajo el nombre de Kemp, un joven trotamundos que acaba de abandonar el Village para emplearse en una redacción portorriqueña.
Más tarde como corresponsal para “National Observer” se queda en Sudamérica hasta 1963, Thompson regresa a Nueva York y comienza colaborar en publicaciones como “Esquire”, el magazine del “New York Times”, “Nation”, “Reporter” y “Harper’s”.
Publica su primera novela en 1966 “Los Ángeles del infierno” la crónica sobre los movimientos de droga que llevan a cabo estos conocidos motoristas norteamericanos le convierte en el “enfant terrible” de la literatura estadounidense.
Para definir o terminar con el debate que pone duda en si la paternidad del nuevo periodismo pertenece a él o a Thomas Wolfe, lo cierto es que, como novelista, Thompson se da a conocer antes.
Redactor jefe de la sección nacional de la prestigiosa revista “Rolling Stone” entre 1969 y 1974, su novela más célebre: “Miedo y asco en Las Vegas”. En su páginas, el eterno periodista, álter ego del autor en todas sus novelas, se lanza a la conquista de Las Vegas y cuenta su paso entre drogas y alcohol.
Thompson, se suicidó de un disparo en 2005, a los 67 años en su granja, cerca de la estación de esquí de Aspen.
Periodismo Gonzo
Separar la ficción de la realidad, no es una preocupación del periodismo “gonzo”. La capacidad del reportero de ir más allá de las declaraciones oficiales o de la mera recolección de opiniones, es parte de este estilo.
En este tipo de periodismo, se plantea un abordaje directo del objeto hasta el punto de influir en ella, el reportero es también protagonista y parte de lo que se informará, el contexto en que ocurren los hechos está por encima de los mismos.
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