Un dato que es muy importante en la historia, pero del que se habla poco, es de la ruptura entre el capitán Ignacio Allende e Hidalgo. Fue un momento de la lucha de Independencia en el que el cura Hidalgo aceptó un título que denotaba un poco de locura: “Su alteza serenísima”
El abogado e historiador, José Manuel Villalpando señaló que Hidalgo cometió un error político un poco llevado por la fama y porque la gente comenzó a aclamarlo casi como un mesías y decidió que ya no le bastaba con ser generalísimo, por lo que aceptó la petición de la sociedad de Guadalajara para nombrarlo “Alteza serenísima”, señaló que Allende se vio preocupado porque pensaba que Hidalgo, a quien llamaba “el bribón del cura” estaba convirtiéndose en un déspota tal como antes había descrito al rey de España.
Por su parte, el caricaturista Paco Calderón, refirió que en Guadalajara, Hidalgo enloquece y comienza a matar hombres, mujeres y niños por “sospechosismo”. Se nombró a sí mismo “Alteza serenísima” y llega el momento en que Ignacio Allende piensa envenenarlo.
Mientras que el escritor Francisco Martín Moreno destacó que Allende intentó envenenar en tres ocasiones a Hidalgo, sin embargo, el cura sabía de sus intenciones y se protegió de ello.
Villalpando destaca que el mismo Allende declaró sus intenciones en su proceso militar. Mismas que no prosperaron debido a que Hidalgo contaba con una guardia pretoriana de fanáticos que dormían protegiéndolo y que siempre probaban primero sus alimentos.
Calderón señala que la Tropa Realista cercó al cura Hidalgo por lo que decide salir de Guadalajara y en la batalla de Puente de Calderón un cañonazo realista destruyó todas sus municiones terminando así con su Ejército.
Al respecto, Moreno refiere que en Puente de Calderón Allende dio órdenes de cómo llevar a cabo la batalla, sin embargo “Alteza serenísima” dijo lo contrario y fueron derrotados.
José Manuel Villalpando destaca que después de esa derrota huyeron y llegaron a lo que es actualmente Aguascalientes, a la Hacienda de Pabellón, donde Allende dio el golpe definitivo, depuso del mando a Hidalgo y él mismo se nombró generalísimo y a partir de ese momento llevó a Hidalgo preso hasta el momento en que fueron capturados.
Allende se lo llevó al norte y saliendo de Saltillo, en Acatita de Baján, fue detenido, llevado a Chihuahua, juzgado y fusilado.
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