En High Life se pretende explorar alrededor de la soledad, el aislamiento y el control dentro de una nave que mantiene cautivos a un grupo de reclusos
La ciencia ficción es uno de los géneros más fascinantes del séptimo arte y por medio de este tipo de historias es posible adentrarse de las formas orgánicas a la psique del ser humano, ya que en medio de un entorno totalmente ajeno a él.
La vulnerabilidad se convierte en el agente responsable para indagar y navegar a través de la mente del ente social e individual.
En High Life se pretende explorar alrededor de la soledad, el aislamiento y el control dentro de una nave que mantiene cautivos a un grupo de reclusos inscritos en un programa que consiste en experimentar con ellos mientras están en el espacio. Dichas pruebas tienen como propósito concebir vida humana en el espacio.
Para la directora parisina Clarence Denis, el tema de la sexualidad suele ser abordado recurrentemente desde distintos ángulos y contextos en sus películas, en esta ocasión se arriesga con un género poco recurrido por la realizadora, desde una perspectiva distinta a la convencional.
En una narrativa que alterna presente y pasado, se va revelando qué mantiene vivo a Monte (Robert Pattison, “The Lighthouse”) y como fueron los hechos recientes en la nave, también por qué se encuentra vivo con un bebé, preparándose para ahorrar energía y mantenerse con vida a pesar de estar en medio del espacio, la rutina y la precariedad.
Por un lado, constantemente contrapone el ambiente artificial y controlado y por el otro el natural y caótico, ambos en constante cambio. El jardín botánico que se renueva cíclicamente dando continuidad a la vida vegetal que ahí se contiene, frágil pero lleno de vida. Mientras que en la parte humana a través del control pretende lograr dicha permanencia por medio de la reproducción artificial. Contrastando con el instinto de la sobrevivencia con el de preservación.
El contraste se repite al mostrar la lejanía entre estos hombres y mujeres que viven juntos y trabajan juntos por mantenerse sanos y salvos, mientras que el aislamiento es probablemente el agente más potente, que los distancia e invita a tener actitudes extrañas ante la presión de los otros.
Uno de los personajes más controversiales es Dibs (Juliette Binoche, “Doble vida”) por su personalidad totalmente sexuada y sensual, pero controladora, además de ser el alma que mantiene protocolariamente cada una de las medidas a las que se tienen que someter estos sujetos de experimentación. Por medio de esta doctora es seducido el público, debido a su ímpetu cuasi temerario de lograr la misión, controlando varios elementos alevosamente.
De este modo se da cabida a situaciones inesperadas que van revelando el presente de Monte, un joven de mirada melancólica que lucha por sobrevivir al borde de la insolación, aguardándole un futuro incierto.
La historia tiene varias aristas entre las que destacan el rol de la reproducción como eje diametral de la ciencia, la sociedad y la práctica individual, cosa que el guion desarrolla en la actitud que emerge en cada uno de los reclusos tripulantes de formas distintas y con motivantes diferentes. Expresando tácitamente la sexualidad desde el lado animal e instintivo, pero también artificial y de control.
El diseño de producción de la película es hermoso, simple y más cercano a la realidad no americana, planteado en un tiempo no tan lejano, utilizando pocos efectos digitales, resuelve el, tiempo, el vacío y el espacio, si perder el foco alrededor de la situación de que este hombre decide o no criar a este nuevo ser.
-Papá- En un tono fraternal y dulce, es emitido desde los altavoces de un monitor que entretiene a una pequeña bebé que sonríe y responde al estímulo emitido por una bocina para finalmente mostrar un poco más de lo que aquel transbordador contiene, mostrando el inicio y fin de una travesía inesperada.
Por Penny Lane
t: @flasnayelif: /nayeli.lima
Cinematlán, El lugar del Cine
t: @Cinematlan / f: /Cinematlan / i: @Cinematlan
High Life, la barrera cósmica de la conciencia#Cinematlan