En un inicio pensaba que Cuba era lo que Marco Polo había denominado Cipango (Japón) en sus crónicas sobre archipiélago asiático
De acuerdo con los Diarios de Viaje de Cristobal Colón, él y su tripulación arribaron a la isla de Cuba el 27 de octubre de 1492.
La Llegada de Cristóbal Colón a Cuba, popularmente conocida como Descubrimiento de Cuba, o Descubrimiento de Cuba por Cristóbal Colón, sucedió cuando, cayendo la noche, el almirante Cristóbal Colón, al servicio del reino de Castilla, fondeó sus naves en una zona de la costa norte de la antigua provincia de Camagüey.
Colón en un inicio pensaba que Cuba, descrita por los aborígenes como una isla grande a la que ellos llamaban Colba, era lo que Marco Polo había denominado Cipango (Japón) en sus crónicas sobre archipiélago asiático.
En detalle, Colón arribó a tierra a la mañana siguiente. Tomó rumbo oeste llegando en pocas horas a un “río caudaloso”, que llamó en su bitácora “Río de los Mares”. En ese lugar pisó tierra cubana el 28 de octubre.
En el primer arribo, la isla fue bautizada por los europeos con el nombre de Juana, en honor al príncipe Juan, primogénito de los Reyes Católicos.
Una vez allí, Colón afirmó que estaba a tan solo diez días de viaje de la costa de Cathay (China). Sin embargo, al no encontrar ninguna riqueza o civilización sofisticada, el Almirante se inclinó a pensar que Cuba era en realidad parte de la tierra firme continental y que Cipango debía estar hacia el Sudeste.
Con dicha expectativa, realizó una ceremonia donde tomó posesión de la tierra en nombre del Rey Fernando, navegó en bote río arriba y después escribió: “Esta es la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto”.
Impaciente por encontrar oro, izó velas el 12 de diciembre, y pasando por la Punta de Maisí, descubrió La Española (República Dominicana y Haití). En la Nochebuena de 1492 naufragó la nao Santa María en la costa norte de La Española. El cargamento se pudo salvar gracias a la ayuda de los indígenas, y con los restos de la nao Colón resolvió construir un fuerte, llamado de La Navidad; que fue el primer establecimiento español en América.
Allí quedaron 39 hombres con el fin de mantener las relaciones amistosas con los isleños y buscar minas de oro. El 4 de enero, el Almirante dio la orden de volver. Junto a los españoles se embarcaron algunos indígenas, papagayos, pavos, productos de la tierra y objetos exóticos. En los primeros días de navegación, Colón escribió su famosa Carta, que estaba destinada a difundir la noticia de su fabuloso descubrimiento.
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Cabe destacar que Colón jamás supo que había descubierto América. Siempre creyó haber llegado a las Indias; y cuatro viajes posteriores no alcanzaron a sacarlo de su error, incluso a pesar de no haber encontrado las especias que motivaron su náutico peregrinar.
Cuando llegó a Cuba, oyó hablar a los nativos de una región llamada ‘Cubanacán’ y pensó que se referían a ‘la Cuba del Gran Khan’, un gobernante mítico de origen asiático que se creía gobernaba tierras con gran riqueza y cuyo nombre se repetía con frecuencia en los viajes de Marco Polo por Mongolia y China.
De hecho, fueron los navegantes que le sucedieron quienes se dieron cuenta de que estaban en un nuevo mundo; mismo al que Américo Vespucio legaría su nombre por haberlo descrito en un par de textos: ‘Mundus Novus’ y ‘Carta a Soderini’.
En detalle, la historiografía refiere que hacia el 9 de octubre, Colón conjuró el eventual amotinamiento de su tripulación al pedirle tres días de gracia para encontrar “las Indias” o, de lo contrario, retornarían a España ante lo incierto del viaje.
Se conjetura de ello que algo sabía el Gran Almirante de la proximidad de tierra firme, porque sería de tontos haber navegado tanto tiempo para regresarse cuando ya se había desandado la mayor parte del viaje.
Colón no era nada tonto, se embolsó 10.000 maravedíes que la Corona había prometido al primero que avistara tierra. No debe olvidarse que la tripulación que acompañaba a Colón estaba conformada, en su mayoría, por gente de baja ralea con la que era muy mala idea estar en desacuerdo.
Se presume que debió haber tenido un gran poder de convencimiento para lograr aquella prórroga salvadora; el mismo poder que tuvo que desplegar antes los reyes católicos para persuadirlos de que le financiaran el viaje a las Indias.
Hoy se conoce que, para su viaje, Colón se ayudó de unos mapas mal cartografiados que le hicieron creer que las Indias estaban más cerca de España de lo que se creía y que se podía llegar a ellas navegando hacia el oeste.
Los había publicado en un libro titulado ‘Geographia’ un tal Claudio Ptolomeo, un reconocido astrónomo de ascendencia greco-egipcia que se creó fama de sabio hacia el siglo II después de Cristo por decir que la Tierra era el centro del Universo.
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CAB