Si bien este movimiento no consiguió el derecho al voto, la cobertura de los medios ayudó a difundir el mensaje de las sufragistas
El 23 de octubre de 1915, entre 20 mil y 25 mil mujeres marcharon en la Quinta Avenida, en Nueva York, Estados Unidos, como parte del movimiento de sufragio universal, reclamando su derecho al voto en el territorio.
Si bien este movimiento no consiguió el derecho al voto, la cobertura de los medios de comunicación, incluso cuando fue negativa, ayudó a difundir el mensaje de las sufragistas.
Algunos estados concedieron antes el derecho a voto, pero las mujeres estadounidenses obtuvieron el sufragio a nivel nacional en 1920 en la Decimonovena Enmienda a la Constitución.
El camino para llegar a este punto fue largo. Entre las sufragistas más emblemáticas del movimiento que otorgó a las mujeres el derecho a votar y a ser votadas estuvo Susan Brownell Anthony, originaria de Massachusetts, quien dedicó su vida a la defensa del voto femenino durante el siglo XIX, pero no disfrutó de los beneficios de esa batalla.
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La llamada “mujer atrevida” fundó en 1866 la Asociación Estadounidense por la Igualdad de Derechos junto a la también sufragista Elizabeth Stanton. El grupo abogaba por el derecho a la propiedad y de divorcio de las mujeres; así como el uso de ropa menos restrictiva.
Fue detenida, juzgada y condenada a pagar una multa de 100 dólares por votar en las elecciones presidenciales en 1872. Murió en Nueva York en 1906.
Otras mujeres prominentes fueron Lucretia Mott (1793-1880), Lucy Stone (1818-1893), Matilda Joslyn Gage (1826-1898), Victoria Woodhull (1838-1927), Carrie Chapman Catt (1859-1947), Jeannette Rankin (1880-1973), Belva Lockwood (1830-1917) y Anna Elizabeth Dickinson (1842-1932).
Mujeres afroamericanas
No obstante, cabe apuntar que las sufragistas afroamericanas fueron excluidas del movimiento principal; el cual estaba encabezado por mujeres blancas. Por su parte, obtuvieron el derecho al voto hasta 1965.
La discriminación de las sufragistas afroamericanas fue explícita en marchas históricas, como la de 1913 en Washington, D.C., donde las organizadoras ordenaron a los participantes de color a marchar al final.
Asimismo, la National American Woman Suffrage Association, fundada en 1890, se negó a incluir grupos sufragistas o mujeres afroamericanas en sus filas.
Esa exclusión llevó a las activistas a formar grupos como la National Association of Colored Women, fundada en 1896 en la capital del país.
Mary Church Terrell, nacida en 1864 de padres que habían sido esclavos, fue una de las líderes más prominentes. Su lucha llevó a la creación de la National Association for the Advancement of Colored People en 1909 en la Ciudad de Nueva York.
Y el aporte de las sufragistas hispanas es igual de trascendental pese a la falta de reconocimiento del movimiento principal. “Old Spain in Our Southwest”, un libro escrito por Adelina “Nina” Otero Warren (1881-1965), nacida en Los Lunas (Nuevo México); narra con claridad cómo la brecha racial también azotaba a la comunidad hispana. A Otero se le atribuye en parte la victoria del movimiento sufragista de Nuevo México en 1920.
Sobresale también Jovita Idar (1885-1946) de Laredo, Texas, otra figura activa del movimiento sufragista. Idar era una periodista y activista, defensora de los derechos de la mujer, incluyendo el derecho al voto, y quien desde sus escritos en “La Crónica”, periódico de su padre, abogó por el sufragio femenino.
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CAB