Ir a comer tacos es todo un ritual, pero hay claves que harán la experiencia placentera
Todos los mexicanos (normales) sabemos que el amor por los tacos es característica de nuestra identidad, también sabemos que “ir por unos tacos” implica mucho más que satisfacer una necesidad básica – no es solo por hambre- es una experiencia… Un ritual.
Pero hoy en día son muchos los establecimientos que tratan de engañar nuestro instinto más primitivo, que tratan de recordarnos que somos civilizados y podemos sentarnos a la mesa y esperar a que un mesero nos traiga unos tacos no muy grasosos, así nada más, sin esfuerzo alguno.
¡Cuidado! No se dejen llevar, ¿qué sería de la supervivencia de nuestra especie y de nuestro cazador interno si no salimos a cazar y pelearnos por nuestra comida? Nada, el amante de los tacos, sabe que si no es en puesto callejero, no es una aventura, así que sigan esta guía rápida para salir por tacos y no morir de hambre en el intento.
Si llegas a un lugar que no conocías o no es tu taquero de confianza, evita hacer un reconocimiento extenso al lugar, no mires con detalle nada, confía en el sabor del taco, si comes con desconfianza, seguro te enfermarás.
Recuerda, si no peleas por ellos, no comes. Al que no grita, nunca le llegan sus tacos.
Cuando pidas tu orden, debes saber cómo los quieres… Contesta rápido o comerás cebolla, aunque no te guste.
Siempre respeta y háblale bonito al taquero, él es un artista.
¿No hay lugar para dejar el plato o el refresco? Tranquilo, el secreto está en sostener el refresco bajo el brazo con el que agarras el plato.
Si no te enchilas, no es un buen taco, ponle suficiente salsa.
No hay nada que no se pueda arreglar con unos tacos.
Y si alguien te dice ¿Vamos por unos tacos? La respuesta siempre es ¡sí!
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