El artista eligió un vibrante atuendo: pantalón y blazer rojo con capa.
Fito Páez conquista corazones en México; el Zócalo se rinde ante él. El legendario músico argentino Fito Páez debutó en el emblemático Zócalo de la Ciudad de México, reuniendo a 80 mil personas que celebraron su música con entusiasmo desbordante.
Con un despliegue visual de luces rojas y su silueta en contraluz, Fito inició su presentación con el clásico El amor después del amor. La ovación del público no se hizo esperar, acompañándolo con las letras que han marcado generaciones.
Para la ocasión, el artista eligió un vibrante atuendo: pantalón y blazer rojo con capa, contrastados con una camisa amarilla de cuello alto, que reflejaron su estilo único.
El concierto alcanzó momentos mágicos con temas como Dos días en la vida, mientras la Catedral Metropolitana y los edificios del Zócalo se llenaban del eco de su música. El escenario también cobró vida con barras de colores para acompañar la energía de Tráfico por Katmandú, reafirmando el sello rockero que ha consolidado a Páez como una de las figuras más importantes del género en Latinoamérica.
A pesar de los cambios en las tendencias musicales, Fito Páez ha demostrado ser un artista atemporal, capaz de encantar tanto a sus fieles seguidores como a nuevas generaciones que, por primera vez, tuvieron la oportunidad de disfrutar su magia en vivo.
“¿Qué tal ahí, eh? ¡Qué hermosura! Vamos a cantar”, lanzó el originario de la provincia de Rosario, Argentina, para darle paso a una de las canciones más icónicas de su repertorio. 11 y 6 llegó al Zócalo en la voz de su autor sólo para que el público fuera quien verdaderamente la cantara… todo bajó la supervisión, y sonrisa, de Fito. “Se la saben cantar”, apuntó.
No hay manera que la música de Páez no refleje su entorno y sus experiencias de vida; un ejemplo de esto es Yo vengo a ofrecer mi corazón, canción que fue publicada en 1985 en el disco Giros y con la cual hace un manifiesto contra la injusticia y una muestra de solidaridad… después de que sus abuelas fueran asesinadas. Con este tema al argentino tocó no sólo su piano, sino el corazón y la consciencia social, aunque fuera por un momento, de los presentes.
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“¡Fito, Fito, Fito, Fito, Fito!”, gritaba la gente mientras que el argentino pedía que pararan. “Hay muchísima gente viéndonos allá atrás de las cámaras, en todo el mundo, vamos a hacer contacto con todo ellos”, dijo para ser interrumpido por el público que lo vitoreó con el clásico “oe, oe, oe, Fito, Fito”, a lo que el argentino volvió a decir “no, no, no, ok”, cubriéndose la cara con las manos un poco abrumado, pero más que feliz.
“Una noche en una ciudad desconocida, perdida, muy lejos de la mía. Escribí esta canción que cuenta un poco de dónde venía y quién era, la música, la familia y el amor”, fue como el argentino presentó Tumbas de la gloria, con la cual algunos no dudaron no sólo en cantar, sino también en bailar, mientras que un par de banderas mexicanas y argentinas ondeaban entre los asistentes.
Fito se siguió por esa ruta sólo para poner A rodar mi vida en los altavoces del Centro Histórico.
Fito agradeció a sus fans y se retiró sólo para minutos después regresar con el mismo outfit, pero con los colores invertidos, y dar un mensaje especial con Dar es dar.