A decir de los fabricantes y vendedores, todos los juegos pirotécnicos deben de manejarse con precaución para poder ser disfrutados
Las explosiones en talleres y polvorines clandestinos, las quemaduras y pérdidas de dedos y ojos en niños, la contaminación física y auditiva, y la pandemia por Covid-19, tienen al borde de la extinción un oficio que por generaciones representó una fuente de ingresos familiares: la pirotecnia.
Fechas como el 15 de septiembre, Navidad y Año Nuevo siempre han representado sus mejores entradas ecoómicas, sin embargo, cientos de artesanos del poblado de San Pablito en Tultepec, en el Estado de México, señalan la caída en las ventas de estos productos.
Aunque existen muchos señalamientos en contra de esta forma de divertimento, la realidad es que la pirotecnia no es tan terrible como se ha satanizado.
Los productores advierten que en últimas décadas se ha hecho mala fama de este oficio que durante mucho tiempo fue tan respetado como los que elaboran piñatas tradicionales.
No obstante las explosiones en los mercados de venta de este producto, algunos de ellos clandestinos y sin regulación oficial, así como los accidentes caseros ante el mal uso de cohetes y cuetones, han causado que la gente estigmatice a los artesanos como “necios ignorantes”.
A decir de los fabricantes y vendedores, todos los juegos pirotécnicos deben de manejarse con precaución, hecho que es ignorado por muchos padres de familia que piensan que por no estallar, algunos artículos son “menos peligrosos” y dejan a los menores sin supervisión “tronando” cuetitos en la calle.
Los locatarios del mercado de Tultepec han comentado que a raíz de la pandemia por Covid-19 sus ventas se han desplomado y piden a la ciudadanía no demeritar el esfuerzo sanitario y de protección que ellos mismos han adoptado para poder continuar con esta tradición.
Entre la gama de cohetes que consideran pueden ser apreciados por la familia, siempre bajo la estricta vigilancia de un adulto, se encuentran los ratones, cerillos, brujitas, trompitos, varas de luz, chifladores y las ollitas, los cuales cuestan entre 20 y 50 pesos por bolsa, caja o rollo.
Además proporcionaron una serie de recomendaciones para poder disfrutar de este tipo de entretenimiento:
- Siempre manejarlo de acuerdo a las instrucciones que vienen en la caja o que se dan al momento de la compra.
- No almacenarlos dentro de automóviles, dentro de estufas, ni cerca de tanques de gas.
- Nunca dejar a un menor sin supervisión al momento de la quema de cualquier producto, ni dejarles los fósforos.
- No colocar ningún objeto sobre el cuete para que “truene más fuerte”.
- No manipularlos mientras se corre, ni para “atacar” a otra persona.
- Mantenerlos lejos de mascotas y no exponer a los animales a su sonido.
De acuerdo al Artículo 60 del Reglamento de la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, los establecimientos con permiso general para la fabricación o para la compraventa de artificios pirotécnicos, podrán vender a particulares que no tengan permiso, hasta 10 kilogramos en total de dichos artificios de diversas características.
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NCV