“No piensan en ser poetas o físicos, quieren meterse en el narcotráfico”, afirman especialistas
Edgar Guerra, sociólogo, investigador del Programa de Política de Drogas de El Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) Aguascalientes, calificó el hecho de que el narcotráfico se haya convertido en una cultura, la cual se ha esparcido con fuerza dentro y fuera del país, apoyada en la cobertura mediática que recibe.
“La gente en la Sierra de Guerrero no está pensando en ser poeta o físico. Está pensando en meterse en el negocio (del narcotráfico) porque ahí hay una serie de elementos que le van a dar la oportunidad de tener una vida”, afirma el experto.
Desde la información en donde se exhiben los lujos con los que viven los capos hasta las series de televisión y telenovelas basadas en sus vidas, los medios de comunicación han convertido esta problemática en parte de la vida cotidiana, pero han mostrado sólo una de sus aristas, misma que ha provocado que los jóvenes idealicen a los líderes criminales de los grupos del crimen organizado, añadió.
“En el ámbito van a tener dinero; socialmente, van a tener cierto prestigio; les va a dar poder –desde el poder mismo de las armas–, va a reafirmar mucho la masculinidad (el narcotráfico tiende mucho a reforzar estereotipos), y les da un estilo de vestirse, un gusto estético, musical y un sentido a la vida, un sentido de pertenencia a ciertos grupos”, explicó Guerra.
Por otra parte, Rebecca Oropeza Lozano, maestra en psicología, terapeuta de adolescentes y docente de la Universidad del Valle de México, explicó que: “se dibuja la figura del narcotraficante como esa persona de mucho poder. Es una figura que a los adolescentes les cae como anillo al dedo porque también es lo que buscan, ensalzar los sentimientos de omnipotencia, que pueden con cualquier cosa, que nada les va a pasar y que la figura del narcotraficante es la ideal para hacerles creer esto. Piensan que pueden violar la ley y que no va a haber consecuencias y que además van a tener mucho dinero”, argumentó la especialista.
También dijo que estos sentimientos nacen porque durante la adolescencia se desarrolla el proceso de búsqueda de identidad y, una de las primeras cosas que el joven hace es identificarse con figuras externas.
“Los jóvenes necesitan pertenecer a un grupo, sentir que pertenecen, para poder formar su identidad. Cuando somos niños, lo que sucede es que las figuras de identificación son nuestros papás y cuando nos vamos incorporando a la escuela y al medio encontramos otras figuras de identificación”, detalla Oropeza, quien explica que los ejemplos a seguir de los adolescentes en esta etapa son los compañeros y amigos o figuras idealizadas que ven o escuchan en los medios.
Guerra argumenta que la falta de oportunidades y marginación se suma la falta de narrativa sobre la expectativa como sociedad.
Con este nuevo gobierno cada día hay más programas, la atención hacia los jóvenes es más clara y frontal en cuanto a oportunidades de trabajo y estudio. Pero falta otra vertiente ¿para qué quiero esas oportunidades? ¿Qué soñamos nosotros los jóvenes como sociedad?”, mencionó el sociólogo.
En años anteriores teníamos al gran boxeador Julio César Chávez, tuvimos a nuestra primera reina de belleza universal (Lupita Jones), Octavio Paz ganó el Premio Nobel de Literatura, a Rodolfo Neri Vela (primer mexicano en el espacio) enlazándose con el Presidente desde el exterior en televisión nacional… había figuras que creaban expectativas en los jóvenes, y que no veo que tengamos hoy en día”, reflexionó el sociólogo.
Con información de Excélsior
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