Por lo general, los virus que saltan a una nueva especie tardan algún tiempo en adquirir adaptaciones para ser tan capaces de propagarse
De acuerdo con un nuevo estudio, el coronavirus saltó de los murciélagos a los humanos sin grandes cambios, registrando en los 11 primeros meses de la pandemia muy pocas diferencias genéticas importantes en los cientos de miles de genomas de virus secuenciados.
La investigación que publica Plos Biology, firmada por investigadores británicos, estadounidense y belgas, indica que, en general, han predominado los procesos evolutivos neutros.
El equipo estudió los procesos de mutación del SARS-CoV-2 y de los sarbecovirus relacionados (el grupo de virus al que pertenece el nuevo coronavirus procedente de murciélagos y pangolines). Tras ello se encontraron pruebas “de cambios bastante significativos, pero todos ellos antes de la aparición” de este virus en el humano.
Esto significa, según la revista, que la naturaleza “generalista” de muchos coronavirus y su aparente facilidad para saltar de un huésped a otro, dotó al SARS-CoV-2 de la capacidad de infectar a los humanos y otros mamíferos, “pero esas propiedades probablemente evolucionaron en los murciélagos” antes de llegar a las personas.
Uno de los autores de la investigación, Sergei Pond, de la Universidad de Temple, destacó que lo “sorprendente” ha sido lo transmisible del SARS-CoV-2 desde el principio.
Por lo general, precisó, los virus que saltan a una nueva especie “tardan algún tiempo en adquirir adaptaciones para ser tan capaces de propagarse como el SARS-CoV-2 y la mayoría nunca superan esa fase”.
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Por su parte, el autor principal del trabajo, Oscar MacLean, de la Universidad de Glasgow, indicó que, el hecho de que no haya habido grandes cambios, no quiere decir que no se hayan producido, como ocurre en todos los virus.
Así, explicó, algunos sí pueden tener un efecto, como la mutación D614G en la proteína spike (S), que se ha descubierto que “mejora la transmisibilidad, y algunos otros retoques de la biología del virus repartidos por su genoma”, pero, en general, han predominado los procesos evolutivos “neutros”.
Este estancamiento puede atribuirse, según MacLean, a la naturaleza altamente susceptible de la población humana a este nuevo patógeno, con una presión limitada de la inmunidad de la población, y la falta de contención, “lo que lleva a un crecimiento exponencial, que hace que casi todos los virus sean ganadores.”
Otro de los autores, David Robertson, de la Universidad de Glasgow, destacó la razón del “cambio de marcha” del virus en relación con su mayor ritmo de evolución a finales de 2020, “asociado a linajes más mutados, se debe a que el perfil inmunológico de la población humana ha cambiado.”
Hacia finales del año pasado, el virus entraba cada vez más en contacto con la inmunidad existente del huésped, ya que el número de personas previamente infectadas es elevado.
Robertson explicó que esto seleccionará variantes del virus que puedan esquivar parte de la respuesta humana y se está alejando “más rápidamente” de la variante de enero de 2020, utilizada por las vacunas.
Aunque estas seguirán funcionado contra la mayoría de las variantes circulantes, “cuanto más tiempo pase y mayor sea la diferencia entre el número de personas vacunadas y no vacunadas, más oportunidades habrá” de que se escape de las vacunas, por eso, destacó, “ahora la carrera es conseguir que la población mundial se vacune lo antes posible”.
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CAB