Esta nueva especie desafía las teorías que afirman que los dinosaurios estaban en vías de extinción y debilitados por repetidos “inviernos volcánicos” antes de que el meteorito de Chicxulub causara su extinción definitiva.
El hallazgo accidental de fósiles es un fenómeno fascinante que ha ocurrido en varias ocasiones a lo largo de la historia. Muchos fósiles han sido descubiertos por personas ajenas a la paleontología, como agricultores, constructores e incluso aficionados.
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Muchas veces, la construcción de edificios o carreteras lleva a la exposición de capas de roca que contienen fósiles, o bien, excavar en el jardín o explorar áreas naturales puede llevar a encontrar restos fósiles.
Estos hallazgos casuales pueden contribuir significativamente al conocimiento científico. A menudo, estos descubrimientos son la clave para entender la biodiversidad del pasado y la evolución de las especies.
Recientemente se registró un increíble hallazgo científico por parte de un estudiante de posgrado, quien se embarcó en una emocionante aventura que lo lleva a convertirse en un verdadero cazador de fósiles.
Kyle Atkins-Weltman, quien ahora es candidato a doctorado en paleoecología en la Universidad Estatal de Oklahoma, hizo una compra bastante inusual sin imaginar que descubriría algo fascinante tras pagar 5 mil dólares a un comerciante privado por unos fósiles.
Pero su inversión no solo fue por capricho; ahora puede jactarse de haber descubierto una nueva especie, pues tras analizar los restos, se percató de que estaba ante una especie de dinosaurio nunca antes vista.
Y como si eso no fuera suficiente, Kyle no se detuvo ahí, pues decidió darle un nombre a su asombroso hallazgo con un nombre muy singular, “pollo del amanecer del faraón del infierno” en latín Eoneophron infernalis.
Esta nueva especie sería un primo más pequeño de un dinosaurio previamente conocido y también muy parecido a un pollo, Anzu wyliei, cuyos huesos Atkins-Weltman creyó haber comprado mientras estaba en un programa de maestría en la Universidad de Kansas, con la esperanza de estudiar los huesos de los dedos que soportaban peso, o “metatarsianos”, del dinosaurio “pollo del infierno” Anzu.
El candidato a doctorado pensó que había ordenado huesos de fémur, tibia y metatarso del Anzu wyliei, pero algo no estaba bien con los huesos.
“Eran aproximadamente un 25 por ciento más pequeños que otros fósiles de Anzu “, recordó Atkins-Weltman.
La ayuda de la profesora asociada de anatomía del Estado de Oklahoma, la Dra. Holly Woodward-Ballard, reveló que el espacio entre los anillos externos de las rodajas de hueso de este espécimen estaban demasiado juntos para ser los huesos de un Anzu juvenil.
“Yo diría que esta criatura se está acercando al tamaño adulto”.
“Nuestro trabajo demuestra que la diversidad de dinosaurios puede no haber estado disminuyendo antes del impacto del asteroide”, argumentó el estudiante de doctorado.
Su nueva especie, en otras palabras, contradice las teorías planteadas repetidamente por otros paleontólogos que sostienen que los dinosaurios ya estaban en vías de extinción, debilitados por repetidos “inviernos volcánicos” antes de que el meteorito de Chicxulub asestara su golpe mortal en la península de Yucatán.
El joven Atkins-Weltman ahora cree que incluso más dinosaurios no descubiertos de esos años finales del Cretácico podrían estar justo enfrente de los investigadores.
“Es posible que aún se descubran más especies de este período, posiblemente incluso a través de la reclasificación de fósiles que ya se encuentran en colecciones de museos”, dijo.