Según la opinión de los expertos, en México no se investiga el perfil de estas personas, por lo que es muy difícil ubicarlas y detenerlas
En los últimos 10 años, por lo menos 13 feminicidas seriales han estremecido a México. El caso más reciente fue el de un joven de 20 años que mató a tres mujeres en Jalisco, el pasado 6 de marzo, con sólo algunos minutos de diferencia.
Expertos coinciden en que un entorno familiar violento podría gestar a un feminicida serial, o alguna lesión que pudieron haber tenido en la cabeza, “pues con esto no se nace, sino se hace”.
Entre los feminicidas seriales más sonados están Andrés Mendoza, El Monstruo de Atizapán, quien pudo haber asesinado, al menos, a 19 personas. En una entrevista a un medio de comunicación en 2021, Mendoza expresó su supuesto arrepentimiento: “Ya no se remedia nada, ya lo que se hizo hay que aguantarse nada más. Se arrepiente uno, pero ya es demasiado tarde”. Este sujeto se ganaba la confianza de sus víctimas. El Chino, como también le decían sus vecinos, impulsaba mejoras en las calles de su localidad. Fue descubierto luego de asesinar a la esposa de un policía, quien al ingresar a la vivienda la encontró mutilada. Tras un cateo localizaron alrededor de 4 mil restos óseos.
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César Librado, El Coqueto, violó y ultimó a alrededor de siete mujeres; Christian Omar Jacinto, mató a cuatro de sus parejas; Filiberto Hernández, El Monstruo de Tamuín, violó y mató a cinco mujeres, entre ellas a cuatro niñas; Greek Román, ligado a siete feminicidios; Jorge Martínez, ultimó, al menos, a dos de sus parejas; Juan Carlos Hernández, El Monstruo de Ecatepec, confesó haber matado, aproximadamente, a 20 chicas. Su esposa, Patricia Martínez, “se salvó”, pues el sujeto confesó que cuando la conoció estuvo a punto de matarla, pero se salvó porque le “hizo el día” y lo “hacía reír”.
También han habido mujeres feminicidas, el caso más actual (2006) fue el de Juana Barraza Samperio, La Mataviejitas, quien asesinó a 48 adultas mayores de entre 60 y 95 años; Luis Óscar Jiménez, El Asesino del Tinaco, ultimó a 16 mujeres; Óscar García Guzmán, El Monstruo de Toluca, quien sobre él pesan seis homicidios, entre ellos el de su propio padre. El sujeto se burlaba de las autoridades y presumía, a través de redes sociales, los feminicidios que cometía, “para detener a un asesino serial hay que pensar como asesino serial”, se mofaba; Rosario Alfonso, El Náufrago, mató, a por lo menos tres mujeres. Su alias viene de haber naufragado por 13 días junto con otras personas hasta que fue rescatado por personal de la Semar.
El caso más actual es el de Gabriel Alejandro García, quien mató a tres mujeres el pasado 6 de marzo y en sus redes sociales presumió las armas, como cuchillo, hacha y pistola, con las que privó de la vida a sus víctimas. Horas antes, en su cuenta de Facebook dijo “hoy es el día”.
Este sujeto, no mostró remordimientos por sus acciones, pues es un sociópata que parece no estar consciente de su culpa y es fanático de los crímenes y matanzas perpetradas en escuelas de Estados Unidos.
NO SE ESTUDIA A ESTAS PERSONALIDADES
A decir de la académica de la Facultad de Derecho de la UNAM Blanca Ivonne Olvera Lezama, “desgraciadamente, en México, no hay estudios de feminicidas seriales en forma. Hay países como EU o en Europa donde sí. Por ejemplo, una vez estando en prisión se les hacen dictámenes criminológicos, el famoso perfil criminal, basado en entrevistas, te puede dar una referencia si éste se hizo por las experiencias vividas, pero desconozco si se les hacen estudios biológicos, tomografías del cerebro para estudiar alguna lesión que los haga modificar su comportamiento”. Expertos coinciden en que en nuestro país no se estudia a estas personalidades, por lo que es muy complicado ubicarlos en un perfil, aunque sí tienen ciertas características.
Olvera no duda que en las calles haya feminicidas seriales sueltos, y como las autoridades tampoco realizan investigaciones profundas, desde la perspectiva criminológica de cada caso, no han podido detenerlos, pues los que han sido arrestados es porque cometieron un error que los llevó a que familiares de las víctimas los descubrieran o porque lo presumían en redes sociales.
“Hay psicópatas que son por problemas de situaciones que han sufrido, alguna lesión en la cabeza y esto ha modificado en la toma de conductas”, dijo la especialista.
De acuerdo con la también criminóloga y autora de varios libros sobre violencia contra las mujeres, estos sujetos “no tienen sentimientos, no tienen el valor de la amistad, pero aprenden a infiltrarse entre las personas, logran hacer creer a las víctimas que les brindaba su amistad, su confianza y de esa manera cazarlas, llevarla a su casa y privarlas de la vida, como lo hacían El Monstruo de Ecatepec y El Monstruo de Atizapán, quienes llegaron hacer creer a sus víctimas que eran buenas personas y se preocupaban por los demás.
Explicó que el feminicida serial es aquella persona que priva de la vida de forma sistemática y constante por un tiempo indeterminado. “La acción de estas personas es por un odio generalizado hacia las mujeres, las odian por ser mujeres. Sus acciones son planeadas, organizadas, metódicas y tienen una tendencia a actos de necrofilia”.
En el caso de Juan Carlos Hernández, El Monstruo de Ecatepec, enganchaba a mujeres jóvenes, algunas con hijos, a través de redes sociales, les decía que fueran a verlo para que les regalara ropa para sus hijos o que vendía productos a buen precio y como era muy amable, las víctimas caían.
La experta Blanca Ivonne destacó que “detrás de un feminicida hay un psicópata que odia a las mujeres por el simple hecho de serlo, y recordó la declaraciones de Juan Carlos Hernández —a quien se le adjudica el asesinato de, por lo menos, 10 mujeres, aunque él asegura que fueron 20—, “prefiero que mis perritos coman carne de esas mujeres a que ellas sigan respirando mi oxígeno, mil veces que coman los perritos o las ratas a que ellas sigan caminando por ahí”, aseveró durante una entrevista que le realizaron autoridades tras ser detenido el 4 de octubre de 2018 en Ecatepec, Estado de México, cuando transportaban restos humanos en un cochecito de bebé.
De acuerdo con la criminóloga, las características de un feminicida serial, principalmente, es un alto grado de misoginia, control sobre sus víctimas hasta su destrucción. No sienten remordimiento ni compasión por éstas, al contrario, con cada asesinato crece su adicción al homicidio.
“Los psicópatas no se conforman con privar de la vida, estos feminicidas seriales también tienen la característica de torturar. Les es indiferente el dolor de una persona”, destacó la experta. Además, sujetos como El Monstruo de Ecatepec o El Monstruo de Atizapán llegaron a practicar canibalismo.
En octubre de 2018, se filtró la entrevista realizada a El Monstruo de Ecatepec, en la que narraba cómo empezó a matar. Al parecer, de niño sufrió abuso sexual y una caída de un segundo piso; muchos años después enfrentó el abandono de su primera esposa llamada Mónica, lo que pudo influir en su psicopatía.
Aseveró que cuando fue menor de edad fue abusado sexualmente por una mujer con quien su madre lo dejaba encargado, “esa mujer me obligaba hacerle cosas que a mí, como niño, me era bastante desagradable”.
NIÑEZ VIOLENTA
Aseveró que presenció cómo su madre agredía a su padre con arma blanca en varias ocasiones “y cómo iba a defender a mi papá si no podía, y ahí fue cuando dije: ‘Ninguna pinche vieja me va a faltar al respeto jamás’”.
Aseveró que tras ser abandonado por Mónica, “yo dije, si no fue feliz ese momento nadie lo va a ser, y mientras siga yo en la tierra voy a seguir haciendo todo el daño que yo pueda y divirtiéndome de ese daño”.
Al ser cuestionado si tiene alguna misión en la vida, Juan Carlos aseguró que “no voy a salir de ésta, pero si salgo de una vez les digo a los patrones que voy a seguir matando mujeres. Una, porque a veces no me dejan dormir estas ideas; dos, por el odio que les tengo, y tres, porque sigo teniendo esa necesidad todavía”.
Olvera Lezama destacó que aunque Juan Carlos atravesó momentos difíciles en su niñez no justifica la forma en la que les hizo daño a las mujeres.
Por su parte, el psicoanalista Froylán Avendaño, miembro de la Sociedad Psicoanalítica de México, A.C., y de la Asociación Internacional de Psicoanálisis, destacó que “yo diría que un feminicida serial es una persona que se hace, no que se nace”.
Expuso que la violencia de estas personas “tiene que ver con factores multifactoriales, tiene que ver con lo social, lo económico, con la familia, con lo temperamental”.
El especialista coincidió con Olvera Lezama, al destacar ciertas características de estas personas, quienes poseen un alto grado de misoginia, objetivación del otro, falta de empatía, fuerte falla de control de impulsos, como el enojo, la ira y el sadismo, y que presumen ser muy inteligentes.
“Son personas que pueden tener una confusión entre el mundo externo y el interno; es decir, llevar impulsos desde su interior al exterior. La diferencia de un asesino serial a un feminicida sí es el odio a la mujer”.
Explicó que cada feminicidio les ocasiona gratificación, al poder descargar los impulsos agresivos y poder mostrarse superiores a otras personas.
El experto detalla que estas personalidades posiblemente puedan sentir miedo, pero en el sentido de que se les pueda revertir lo que están haciendo, es decir, que les hagan lo mismo, o el miedo a ser atrapados.
“Ellos no ven a una persona completa, con emociones, con la vida que merece ser respetada, con dignidad, las ven como meros objetos, por eso, ellos, miedo a matar, me parece, no podrían sentirlo como tal, porque no hay empatía; el miedo que quizá puedan temer es que se les revierta algo de lo malo que han provocado o que los atrapen y no hay arrepentimiento ni preocupación por lo que hicieron”.
Y añadió que “no sienten ningún tipo de malestar, el único malestar que podrían sentir es el tiempo de enfriamiento entre cada caso, lo que les puede molestar es no seguirlo haciéndolo”.
Froylán Avendaño aseguró que para los feminicidas seriales, “matar se vuelve una situación adictiva, la búsqueda de la gratificación se va volviendo el eje que rige su vida, se vuelve una adicción”.
El psicoanalista finalizó aseverando que estas acciones son subjetividades que se hacen, pues “la violencia no se genera de la nada, no somos sujetos violentos nada más porque sí, los ambientes, las convivencias, sobre todo las primarias, en las infancias, todos esos pueden crear subjetividades violentas, sujetos que no logran sentirse parte del tejido social” y que pueden en algún momento desencadenar este tipo de actos, por lo que destacó que la prevención de la violencia es desde casa, la educación con amor, con estructuras bien definidas y con padres sanos”.
FAMILIA Y ESCUELA, PILARES FUNDAMENTALES
Por su parte, Jorge Luis Olivares, médico forense y criminólogo, dijo que, desde su punto de vista, “creo que como especie somos malos, somos la única especie que mata por matar o viola, pero hay dos pilares fundamentales que nos evitan ser malos cuando somos adultos. El primero, sería la familia, y el segundo, es la escuela, ahí aprendes a obedecer las normas”.
Detalló que en el tema de los feminicidas seriales hay un rompimiento en algunas de esas normas, por ejemplo, El Monstruo de Ecatepec tenía la idea de que su mamá era prostituta. Es decir, esa parte de la familia está quebrada, por eso, desde mi punto de vista, se hacen, no nacen siendo feminicidas seriales.
Añadió que a esto le vas a agregando factores criminógenos, como las adicciones y las malas amistades.
Dijo que la violencia desde la infancia, las adicciones y algún factor o algún pilar que no estuvo bien estructurado puede desatar un caso de feminicida, en el que, por ejemplo, aunque no en todos los casos, hubo ausencia de la imagen paterna.
“O también puede ser imagen del padre violento y que le enseñó al hijo a ser violento. A un feminicida serial le gusta tener el control sobre las mujeres. Las ven como objeto de uso y desecho”, puntualizó.