Los comicios son una medición entre ambos bloques políticos, donde también se tendrá la consideración de ciudadana a las medidas de la era de Joe Biden
Estados Unidos celebra este martes sus elecciones legislativas, unos comicios que determinarán la composición del Congreso y los dos últimos años de mandato del presidente, Joe Biden.
Los demócratas ostentan actualmente el control de la Cámara de Representantes y del Senado, pero las encuestas auguran que la oposición republicana recuperará el poder. La media ponderada de sondeos efectuada por la web FiveThirtyEight les da un 55 por ciento de posibilidades de lograr la Cámara Alta y un 84 por ciento de hacerse fuertes en la Baja.
El país está dividido en nueve husos horarios y los centros electorales más madrugadores, como en el estado de Vermont, abrirán a las cinco de la mañana. El cierre tendrá lugar en la mayoría entre las siete y las ocho hora local.
En Estados Unidos no existe una autoridad electoral central y las Secretarías de Estado de cada uno de los 50 estados del país son responsables del recuento de votos.
Como ese proceso suele llevar mucho tiempo, los grandes medios de comunicación de EE.UU., como la CNN o The New York Times, entre otros, son los que se encargan de declarar qué candidato ha ganado una contienda, algo que hacen especialistas analizando los datos que les llegan del terreno.
El resultado de muchas batallas electorales suele conocerse el mismo día de la votación, pero otras veces es tan ajustado que pasan días o incluso semanas.
Por ejemplo, en las presidenciales de 2020, los grandes medios de EE.UU. tardaron cuatro días en declarar que el demócrata Joe Biden había ganado al republicano Donald Trump.
Seguridad y porvenir
El Departamento de Justicia va a enviar observadores a 64 jurisdicciones de 24 estados para controlar el desarrollo de los comicios y garantizar que se cumpla el derecho a voto.
Lleva supervisando elecciones desde que se promulgó la Ley de Derechos Electorales en 1965, pero su misión cobra especial importancia tras las alegaciones infundadas de fraude en las presidenciales de 2020 por parte de algunos republicanos y del propio Trump, que sigue sin reconocer los resultados de entonces.
La Agencia de Ciberseguridad y Seguridad en las Infraestructuras (CISA) tiene una página específica para desmentir rumores: desde aquellos que afirman que el software del sistema de votación puede manipularse fácilmente a que se están contando ya votos de personas fallecidas.
La recta final de la campaña ha estado marcada además por el adelanto por parte del expresidente de Estados Unidos Donald Trump (2017-2021) a última hora del lunes de que el próximo 15 de noviembre llevará a cabo “un gran anuncio” desde su residencia de Mar-a-Lago en Florida, en una referencia velada a su candidatura para las elecciones presidenciales de 2024.
Aunque se había especulado durante todo el lunes con la posibilidad de que anunciase ese mismo día su candidatura, Trump emplazó a ese día para hacer un anuncio. Pero sí dejó muestras de sus intenciones: “En 2024 vamos a recuperar nuestra magnífica Casa Blanca”, proclamó durante su intervención en un acto de campaña en Ohio.
El último acto de Biden tuvo lugar por su parte en Maryland. Un estado de calado demócrata, en el que advirtió de que los republicanos “desharán todo lo logrado” durante su gobierno si logran la mayoría en el Congreso, y recalcó que los comicios no son un referéndum a su gestión sino el momento de decidir entre “dos visiones” del país.
Más tarde, Biden insistió en que es optimista sobre los resultados de las elecciones de medio mandato y confió en una victoria en el Senado, pero reconoció que los demócratas tienen difícil conservar la mayoría de la Cámara de Representantes.
Proceso
La votación anticipada para las elecciones intermedias de Estados Unidos comenzó en septiembre en varios estados, incluidos Michigan, Illinois, Minnesota, Pennsylvania, Virginia, Dakota del Sur y Wyoming.
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En las semanas previas al día de las elecciones del 8 de noviembre, algunos otros estados ofrecieron la oportunidad de emitir un voto anticipado. Otros estados también han comenzado a enviar boletas por correo para iniciar el conteo.
Cabe resaltar que los resultados que se publican la noche del día de las elecciones no son los resultados finales ni oficiales. Son solo la combinación de resultados extraoficiales provenientes de autoridades electorales y de proyecciones de ciertas agencias de noticias. Todo el proceso del conteo de votos implica una serie de pasos que se llevan a cabo durante dos semanas.
La Cámara de Representantes podría pasar a manos republicanas
Actualmente, los republicanos ocupan 212 escaños en la Cámara de Representantes, frente a los 220 de los demócratas, que actualmente tienen mayoría.
Sin embargo, las encuestas indican que los papeles se podrían invertir, pues los republicanos sólo necesitan cinco escaños más para lograr la mayoría y lograr al menos 217 congresistas, después de que los demócratas perderían hasta 14 lugares en la Cámara de Representantes.
Los demócratas han tenido la mayoría desde 2018, cuando tomaron el control durante las elecciones intermedias del gobierno del entonces presidente Donald Trump. Si los republicanos ganan la Cámara Baja, elegirá a un nuevo presidente de la Cámara de Representantes y asumirá el poder el 3 de enero de 2023. Estarán al frente de todas las comisiones y decidirán qué iniciativas van al pleno de la Cámara de Representantes.
El líder republicano de la Cámara, Kevin McCarthy, ya ha presentado su plan “Commitment to America” (“Compromiso con Estados Unidos”), un conjunto de políticas económicas, de seguridad fronteriza y otros temas que el Partido Republicano presentaría en los primeros días del siguiente Congreso.
Un regreso al poder de los republicanos sería un triunfo para Trump, que ha luchado contra los intentos que encabezan los demócratas de hacerlo rendir cuentas por la insurrección en el Capitolio del 6 de enero de 2021.
La gran mayoría de los republicanos que se tiene previsto regresen a Washington el próximo año, así como una buena parte de aquellos que esperan ganar un primer periodo, son leales a Trump y han seguido su ejemplo en sus políticas y posturas.
Las prioridades demócratas, encabezados por el presidente Joe Biden, como el acceso al aborto, el combate al cambio climático y un mayor control en la venta y tenencia de armas de fuego, quedarían marginadas de inmediato. Y la mayor parte de, o toda, la agenda del presidente Biden quedaría prácticamente muerta para los últimos dos años de su mandato.
De todas formas, nada pasa a ser ley sin la firma de Biden. Las iniciativas para financiar al gobierno, elevar el límite de la deuda y lidiar con temas militares son necesarios para que el gobierno funcione. Esas iniciativas posiblemente se convertirán en puntos álgidos durante las negociaciones entre republicanos, demócratas y la Casa Blanca.
Biden, quien fue senador durante décadas, a menudo ha presumido sus antecedentes en pactos bipartidistas y ha dicho que quiere trabajar con los republicanos. Pero un Congreso republicano que ha hecho de su oposición a Biden su máxima prioridad no tendría muchas ganas de hacerlo.
El Senado, con una pequeña ventaja para los demócratas
Aunque el control del Senado podría ser para cualquiera después de los comicios, es probable que el partido mayoritario tenga una muy pequeña ventaja. Eso significa que Biden podrá ser capaz de encontrar un poco más de puntos en común en esa Cámara, sin importar quién la controle. La mayoría de los logros legislativos de Biden durante su gobierno han sido resultado de negociaciones bipartidistas en el Senado.
De cualquier forma, una Cámara Alta bajo control republicano podría aprobar iniciativas que le envíe una Cámara baja de mayoría republicana, aplicándole presión política a Biden. Y el Partido Republicano podría recuperar el control de las comisiones y, con ello, el poder de llevar a cabo investigaciones y supervisar al gobierno.
Un Senado republicano también podría complicarle las cosas a Biden al bloquear o demorar la aprobación de los nominados por el presidente para puestos en la rama judicial y en la ejecutiva.
Si los demócratas conservan el Senado y los republicanos ganan la Cámara de Representantes, será improbable que las dos cámaras encuentren muchos puntos en común. Pero los republicanos podrían intentar persuadir a los senadores demócratas moderados en algunas iniciativas.
Si los demócratas fueran capaces de conservar la mayoría en ambas cámaras, posiblemente reanudarían las negociaciones en algunos de los temas de la agenda de Biden que nunca fueron aprobados, incluyendo su nuevo paquete de programas sociales y económicos que se estancó en medio de desacuerdos internos entre demócratas.
Mientras que para el Senado, las estimaciones apuntan a un empate entre ambos partidos, en donde los republicanos mantendrían sus 50 escaños y los demócratas sumarían dos lugares para tener también 50 legisladores.
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CAB