Las redes sociales son el “caldo de cultivo” para las fake news, las teorías de conspiración y cualquier tema del que no se tenga evidencia sobre el Covid-19
Aunque los mitos son elementos que no tienen evidencia, las personas los validan porque brindan entendimiento, tranquilidad y coherencia a un mundo que generalmente es caótico, explicó Ricardo Trujillo Correa, académico de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM en el marco de la contingencia sanitaria por el Covid-19.
“En los últimos días han circulado diversos mitos sobre la COVID-19, que la gente cree con facilidad, en lugar de buscar información verídica”, advirtió.
Trujillo señaló que algunos mitos que han circulado son que el coronavirus no existe, que es un invento del gobierno para controlar las marchas; que fue creado por Estados Unidos para acabar con China; o que no es tan mortal y los medios manipulan la información para crear pánico.
“El ser humano se organiza alrededor de leyendas y ficciones para orientarse sobre dónde está posicionado en el Universo. ¿Fue un dios quien nos creó?, ¿fue el soplido de un ser divino? Son mitos porque nunca estuvimos ahí para corroborarlo; sin embargo, tenemos la certeza de que así fue”.
En el caso de la pandemia de COVID-19, han surgido noticias falsas con esta misma dinámica, y frente a una situación no clara, se buscan explicaciones para tener una sensación de control sobre la realidad, que regularmente está descontrolada, detalló el universitario.
“En situaciones de crisis buscamos creencias alternativas que permitan dar cierto sentido, pero pasada la crisis regresamos a la cotidianidad”.
El papel de las redes sociales
Las redes sociales son el “caldo de cultivo” para las noticias falsas, para las medias verdades, las teorías de conspiración y cualquier tema del que no se tenga evidencia.
“Cuando alguien comparte este tipo de información siente una sensación de poder y piensa que tiene cierto control sobre el mundo. Al mismo tiempo, permite a otras personas adherirse a su propuesta”.
De ahí viene el interés de “compartir”, para que los demás piensen como yo. “Este comportamiento es adictivo y embriagante, porque da una sensación de validez de lo que yo sé y los otros no”.
Finalmente, el investigador recomendó buscar alternativas de información que permitan construir un criterio más amplio.
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