Varias familias presidenciales de México en las últimas cinco décadas, en mayor menor grado han protagonizado conductas que para buena parte de los gobernados, dejan mucho que desear
En un país como México en el que según cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), uno de cada cinco ciudadanos no tuvo acceso a alimentos inocuos y nutritivos para saciar el hambre y nutrirse durante el año 2016, es decir, una quinta parte de la población padece de inseguridad alimentaria moderada o severa, es entendible que el ojo público quede sobre los miembros de quienes integran la familia del Presidente de la República en turno, que en las últimas décadas han destacado más por sus excesos y escándalos que por otra cosa.
Es así como las dinastías Díaz Ordaz, López Portillo, Salinas de Gortari, Zedillo Ponce de León, Fox Quesada, Calderón Hinojosa y Peña Nieto, en mayor menor grado han protagonizado conductas que para buena parte de los gobernados, dejan mucho que desear, porque a lo largo de los años la clase política fue engendrando un sistema de castas entre los ricos y poderosos.
Aunque el recorrido por los escándalos de las llamadas “familias presidenciales” bien podría remontarse al caso de Manuel Ávila Camacho, que gobernó el país entre 1940 y 1946, y MAximino, su hermano mayor que ocupó distintos cargos en la política nacional y era bien conocida su afición tanto al poder como a las mujeres, siendo más famosa su vida bajo las sábanas que su desempeño como funcionario público. A tal grado, que al morir dejó reconocidos alrededor de 14 hijos, de al menos 10 mujeres distintas. Una de ellas Guillermina Ávila Amezcua, madre de Yeidckol Polevnsky, presidenta de Morena.
De Adolfo López Mateos, presidente de 1958 a 1966, destacan desde las dudas de que hubiera nacido en México, que durante su periodo las escandalosas fortunas de los funcionarios brotaron de la noche a la mañana o sus romances con múltiples mujeres, siendo una de ellas la actriz y ex reina de belleza Ana Bertha Lepe, tercer lugar en el concurso Miss Universo. Era tal su carisma de mujeriego que cuando llegaba a su despacho, preguntaba: “¿Qué me toca hoy? ¿Viejas o viajes?”. Hecho por el que se le apodaba López Paseos.
En el caso de Gustavo Díaz Ordaz, uno de los peores que peor han sido juzgados por la historia por su carácter reacio a la crítica y dureza extrema que lo hacía capaz de acallar las voces contrarias con una simple orden, fuera de lo sucedido la tarde del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, el mayor escándalo personal que se le recuerda durante su mandato entre 1964 y 1970, está su romance con la actriz Irma Serrano “La Tigresa”, cuyos rumores sobre u desliz comenzaron a circular a mediados de 1969, hasta que varios años después, la propia Serrano quien dijera la verdad de su romance de casi cinco años a través de la publicación de los libros autobiográficos A Calzón Quitado y A Calzón Amarrado.
De ahí tendríamos que brincar a Luis Echeverría, mandatario entre 1970 y 1976, que sus mayores escándalos fueron concernientes a la represión política y el origen de su fortuna. Es así que llegamos a José López Portillo, que guió el destino de los mexicanos entre 1976 y 1978, y junto con su familia es de los que más ha dado tela de donde cortar en cuanto a excesos y escándalos personales, en buena parte por un obsceno nepotismo.
Los excesos de los López Portillo están en el siguiente orden. Al expresidente se le relacionó con la actriz y vedette Sasha Montenegro -con quien se casó en la década de los 90-, desde que estaba casado con Carmen Romano, otras versiones manejan que todo empezó cuando ya estaba separados. Sin embargo, también fue conocido por su temple mujeriego y durante su mandato se le vinculó con Rosa Luz Alegría, a quien nombró secretaria de Turismo en agosto de 1980, siendo la primera mujer en ocupar un puesto en un gabinete presidencial y quien más tarde contrajo matrimonio con el hijo mayor del ex presidente Luis Echeverría.
Aquí debemos hacer un alto en Carmen Romano, primera dama de México entre 1976 y 1982, que pasó a la historia más por sus excesos y extravagancias que por su trabajo al frente del DIF. Cuentan las crónicas de la época, que cuando llegaban las giras internacionales, ella se llevaba hasta su piano de cola, “porque tenía que tocarlos un rato todos los días”.
Se dice también que su matrimonio llevaba varios años fracturado, pero cuando él fue elegido candidato a la presidencia, acordaron hacer de su vida un “papalote”, con total independencia uno del otro en privado, pero manteniéndose en lo público como “la pareja presidencial”. Así, tanto uno como la otra tuvieron varios romances extramaritales.
Entre el mar de anécdotas de excesos y frivolidades de los López Portillo que llegaron a creer que el país era de su propiedad, además de que recibían toda clase de lujosos y costosos regalos de todas partes, se cuenta que la señora cerraba por cuatro días una tienda para meterse todo ese tiempo a comprar o que obligaba a su seguridad a que circularan en sentido contrario por el Periférico para llegar a tiempo a un concierto en el Palacio de Bellas Artes.
En este episodio de la política mexicana, destaca la presencia de Margarita López Portillo, hermana del presidente que se convirtió en una especie de cuasi-presidenta que tomó el control de la televisión y del cine mexicano, siendo acusada de herir de muerte a la industria cinematográfica y recibiendo el apodo burlón de la “pésima musa”, por su enfermiza admiración hacia Sor Juana Inés de la Cruz, y sus fallidos intentos como escritora y guionista cinematográfica.
Después de los excesos de los López Portillo, siguió una discreta y hasta gris familia de Miguel de la Madrid Hurtado, casado con Paloma Cordero Tapia, que de 1982 a 1988 cumplió rigurosamente su trabajo en el DIF sin buscar protagonismo. El mayor escándalo personal que vivieron fue cuando se reveló un supuesto romance “secreto” entre de la Madrid Hurtado y la actriz de telenovelas Lucía Méndez a mediados de los 80, especulándose que una cirugía estética de nariz que la estrella televisiva se realizó en 1986 en realidad fue para arreglar un desperfecto del tabique, producto de un altercado que tuvo con la primera dama en la que esta la abofeteó tan fuerte que le provocó una fractura y que a la postre, ese fue el motivo por el que se fue de México. Sin embargo, este episodio quedó más como una leyenda urbana de los ochenta.
Años más tarde, durante el reality show Big Brother VIP en 2003, el actor Roberto Palazuelos reveló que entre sus “hazañas” como “adolescente peligroso”, comentó que con los hijos del expresidente Miguel de la Madrid, llevaban “zorras” a Los Pinos y armaban fiestas en el “jet presidencial”.
Terminado este sexenio, siguió el de Carlos Salinas de Gortari, que durante el periodo la vida pública familiar fue muy reservada, con una primera dama Cecilia Occelli ocupada en trabajar en los programas que impulsaba el DIF, así como Nilda Patricia Velasco, quien cumplió con un papel que en su momento no pudo eludir, pero sin ir más allá de lo necesario.
En el caso de los Salinas, lo más llamativo fue el supuesto romance que que el expresidente sostuvo con Adela Noriega, otra actriz de telenovelas, y con quien se dijo que tuvieron un hijo. Hecho que siempre ha sido negado por Noriega, sin dar más espacio a las especulaciones.
Por el lado de Nilda Patricia Velasco de Zedillo, siempre se dijo que tenía problemas con el alcohol y por lo mismo manejó un bajísimo perfil. Otros dicen que más bien vivió agobiada, conmovida por la trágicamente de Luis Donaldo Colosio, a tal grado que temía por la vida de su esposo.
Ya en el año 200, con la llegada de Vicente Fox como habitante de Los Pinos hasta 2006, su esposa Marta Sahagún se vio envuelta en el escándalo por su fundación Vamos México, nepotismo, tráfico de influencias, y ser quien oficialmente introdujo el término de “la pareja presidencial”. El proceder de los Fox Sahagún dio pie a varias investigaciones periodísticas por el suntuoso estilo de vida que adoptaron a su llegada al poder.
En el periodo de Felipe Calderón Hinojosa de 2006 a 2012, su familia no tuvo mayores escándalos personales, en el que su esposa Margarita Zavala se manejó más con un perfil medio, en buena parte por el antecedente del protagonismo de su antecesora.
Finalmente, en el caso de la familia conformada por Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera, se vieron involucrados en distintos escándalos por su estilo de vida y afición a mostrarlo en las revistas de sociales, derivando de ahí el escándalo de la propiedad de la “casa blanca” y un departamento en Miami que generó gran descontento entre los mexicanos, a tal grado que si bien la imagen de Rivera como otra estrella de telenovelas fue aprovechada para ayudar a su esposo en sus aspiraciones políticas, terminó restando más que sumar.
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