En Brasil, un joven ladrón escogió el peor lugar de su vida para realizar su fechoría… o a la víctima equivocada.
El suejto ingresó a un estudio de tatuajes a robar, pero salió con una leyenda tatuada en su frente.
El dueño del local lo encontró adentro y tomó su máquina de tatuar para escribir en su frente la leyenda: “Yo soy un ladrón y un perdedor”. Y como todos sabemos, este tipo de tinta en la piel lleva un proceso largo para desaparecer a través de un tratamiento, que por cierto, no es nada barato.