“Tu deber te obliga a superar la resistencia de la persona a la que estás arrestando… Si él se resiste y es violento… eres libre de matar a los idiotas. Esa es mi orden para ti”, señaló Duterte a Jovie Espenido, jefe de policía de una ciudad en el sur donde el alcalde fue asesinado en un ataque antidrogas.
Durante un discurso en el Cementerio de los Héroes, retransmitido por el canal RTVM, el mandatario filipino añadió que los asesinatos y los homicidios ilegítimos no estaban permitidos y que los agentes deben sostener el imperio de la ley en el desempeño de sus funciones.
El apoyo del mandatario se enmarca dentro del recrudecimiento de la bautizada como “guerra contra las drogas” en la que murieron más de 70 personas en cuatro días, a mediados de agosto, en varios distritos de la capital.
Una de las víctimas durante esta ofensiva policial es Kyan Delos Santos, de 17 años, quien fue abatido a manos de cuatro policías, quienes fueron suspendidos y contra los que la fiscalía prevé presentar cargos de asesinato.
La Policía dijo inicialmente que el incidente ocurrió cuando Delos Santos escapó al ver que se le aproximaban los agentes y durante la persecución disparó contra ellos, quienes aseguraron que tras abatirle le incautaron una pistola.
La autopsia, en cambio, reveló que el menor murió de un disparo a bocajarro y con la cara contra el suelo mientras que cámaras de seguridad mostraron como instantes antes los policías arrastraban al joven.
Miles de personas acudieron este sábado a su funeral celebrado en la ciudad filipina de Calocan.
La marcha funeraria, que se convirtió en una auténtica manifestación, contó con un fuerte despliegue de seguridad para evitar incidentes.
El mandatario se reunió en el palacio presidencial con los padres del adolescente asesinado, quien según estos no consumía estupefacientes y era un buen estudiante.
La campaña antidroga de Duterte comenzó el mismo día de su investidura, el 30 de junio de 2016, y ha causado desde entonces más de 7 mil muertos.
Organizaciones internacionales defensoras de los derechos humanos han criticado duramente la guerra contra las drogas de Duterte.
Manila