Esta semana reviven y resurgen las controversias derivadas de los recientes descubrimientos de plagios, llevados a cabo, en los casos que nos ocupan, por Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum, abanderadas del Frente Amplio por México y Morena respectivamente, en las contiendas internas de ambos
En el caso de Xóchitl Gálvez, lo que sabemos hasta ahora, es que ella misma ha aceptado que “tomó”, sin citar fuentes, seis párrafos de texto (de un total de 77 hojas), y minimizó la gravedad del hecho alegando, en primer lugar, que este se trata de un “informe de actividades profesionales”, no una tesis, en el cuál, además, “lo importante es la experiencia profesional”. Es decir, sí hubo una copia de otros trabajos, pero en una proporción mínima respecto del texto completo, e inclusive, estos contenidos son solo a modo de referencia dentro de un documento cuya finalidad es reportar o informar sobre lo profesionalmente ya realizado (la experiencia).
Entonces, a pesar de que la misma Gálvez trata de poner en contexto lo sucedido, también acepta el error y dice que comparecerá ante las autoridades universitarias en los próximos días, con la finalidad de que se determine si procede una sanción y que, de ser necesario, estaría dispuesta a presentar un nuevo trabajo que respalde su titulación. Veremos lo que sucede en breve.
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Respecto del caso de la Dra. Sheinbaum, el escritor Guillermo Sheridan difundió que, como resultado de una investigación a la tesis de ella, encontró igualmente diversos textos que fueron copiados indebidamente, no citando la fuente, de un trabajo publicado en 1987 por el físico Samuel F. Baldwin. A estos dichos la Dra. Sheinbaum responde puntualmente, alegando que sí están citados los fragmentos mencionados, mismos que además están igualmente retomados de textos publicados previa y originalmente por otras fuentes y autores. Más importante aún, argumenta que muchos de estos extractos son contenido o información científica para la cual “no hay formas muy diversas de describir el mismo proceso físico-químico”.
O sea, no se hagan bolas, no hay muchas formas de expresar un mismo fenómeno, ni hay tantas palabras distintas que se puedan utilizar en este tipo de descripciones. Debo reconocer que esto último me suena un tanto lógico. Si escribes una ecuación o una fórmula química, no hay varias formas de hacerlo, no puedes sustituir o cambiar los símbolos, letras o elementos que la componen.
A todo esto, es difícil no recordar y traer a la mesa el asunto de otro famoso plagio, el de la Ministra Yazmín Esquivel que, por cierto, también fue hecho público por el mismo Guillermo Sheridan. Este caso sigue sin ser resuelto, derivado del amparo interpuesto por la Ministra, con el que ha evitado que el Comité de Ética de la UNAM dé a conocer su dictamen sobre su tesis de licenciatura.
Pero bueno, vamos a la parte más importante de todo este tema: ¿Qué es lo que va a pasar con todas estas acusaciones? ¿Qué sanciones habrá? ¿Serán relevantes para la vida pública y política de nuestro país? Me da mucha pena decir esto, pero estoy casi seguro que no va a pasar absolutamente nada. No habrá sanciones ni consecuencias y, en unos meses, esta discusión será completamente irrelevante para el acontecer nacional. Esto es lo más grave de todo.
Pongámonos a pensar por un momento, ¿cuántos casos más habrá de personajes públicos, políticos, funcionarios, que pudieran ser acusados de plagio? Si nos pusiéramos a buscar, uno por uno, ¿cuántos encontraríamos? Y si ampliáramos la investigación a todos los mexicanos y mexicanas ¿cuántos estaríamos libres de pecado? Es preocupante pensar en ello. Y es triste saber que, en este país donde no pasa nada, bastaría hacer como que no vemos, como siempre, porque no nos conviene ver.
Postdata. Ya pasamos de la calentura de las precampañas a la presidencia y ahora vamos por las locales. Los caballos que competirán por la candidatura para la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México ya están listos para andar a todo galope. En el carril del Frente Amplio por México aún no se ve claro, los (y las) suspirantes no son pocos. Por parte del PRI y el PRD, si bien levantan la mano eufóricamente Adrián Rubalcava y Sandra Cuevas, no parece haber contendiente serio ni con posibilidades reales. Del lado del PAN, al contrario, son varios los apuntados, con Santiago Taboada de puntero y seguido de la alcaldesa Lía Limón y la senadora Kenia López Rabadán.
Pero en el carril de Morena sí que nos llevamos sorpresas. Después de la derrota del Dr. Ricardo Monreal, y del autodescarte del líder nacional Mario Delgado, quedaron nada más ni nada menos que cuatro contendientes. Los dos primeros ya los veíamos asomarse desde hacía varias semanas: La alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, y el exsecretario de Seguridad Ciudadana de la CDMX, Omar García Harfuch. Pero lo verdaderamente emocionante y sorprendente nos lo dieron los otros dos contendientes: Mariana Boy, quien se desempeñó como titular de la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial de la misma CDMX en la actual administración y el mismísimo Dr. Hugo López-Gatell, que por supuesto no necesita presentación alguna.
De Doña Clara Brugada no hay mucho que decir, es una candidata natural desde hace tiempo y encabeza una alcaldía relevante y codiciada electoralmente. García Harfuch apareció de pronto como un alfil que podría venir a poner equilibrio –o desequilibrio- en la contienda interna. Un comodín pues. En cuanto a Mariana Boy, nadie la veía venir, y me da la impresión de que no trae una imagen negativa, incluso podría ser hasta positiva, pero no la ubico trabajando con las bases o los grupos duros de Morena. Pero caray… ¡¿López-Gatell?! ¿Quién en su sano juicio votaría por López-Gatell? ¿A quién se le podría ocurrir semejante cosa? La perversidad (favor de no confundir con genialidad) del artífice de todo esto es verdaderamente notable y tiene todo el sello de ya saben quién.
Abelardo Alvarado Alcántara.