Durante meses pensó que sus múltiples asesinatos quedarían impunes, pero tras un intenso trabajo de investigación, elementos de la PGJ CDMX detuvieron a un peligroso multiasesino apodado “El Chistoso”
Esta semana nuestro compañero Carlos Jiménez en “Tras la pista” nos trae la historia de una serie de asesinatos registrados en la capital del país, que fueron adjudicados a un mismo autor, tras una minuciosa investigación por parte de la Fiscalía de Homicidios de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) de la CDMX.
Todo empezó en enero de 2017 cuando un hombre fue acribillado a tiros en calles de la delegación Iztapalapa, sin que pudiera detenerse a los agresores. Después, en abril de ese mismo año, a sólo unas calles se registró un nuevo crimen, pero esa ocasión fueron dos las personas ejecutadas.
Así, cuando los elementos de la fiscalía apenas trabajaban para resolver aquellos homicidios, se tuvo conocimiento de otros, hasta sumar seis en total.
“Nunca pensó que iba a ser detenido y como consecuencia fue aumentando su agresividad y su lesividad… como no fue detenido en este primer evento, esta persona se consideró que iba a quedar impune estos homicidios”, relata Roberto aguas, Fiscal de Homicidios de PGJ.
Realizando un mapeo para ubicar los puntos de ataque y ahí comenzaron a buscar pistas que los llevaran a ubicar al homicida. Así supieron que le apodaban “El Chistoso”
Las investigaciones permitieron a los agentes ubicar el video de la grabación de una cámara de seguridad que captó al sospechoso cuando intentaba cometer otro de sus crímenes, pero falló y tuvo que escapar a prisa en una motocicleta.
A las indagatorias se sumó todo un equipo especializado en peritos que analizaron todos los indicios que quedaban en cada uno de los lugares en donde se cometían las muertes.
Buscaron huellas dactilares y elementos balísticos, con lo que confirmaron que el siempre se usaba la misma arma. Y es que una de las constantes en este caso, fue el uso de una arma calibre 9 milímetros .
Con esta pista y el modelo de la moto que usaba el delincuente, cerraron poco a poco el cerco, hasta que organizaron el operativo para la captura. Para no fallar, se decidió mimetizar a los agentes a cargo para infiltrarlos en la zona, pasando desapercibidos para el homicida que por meses pensó que no podrían detenerlo.
“Para esto tuvimos que los compañeros tuvieron que haber disfrazado algunos de ellos de barrenderos, inclusive se puso un puesto ahí de semillas cacahuates y eso muy cerca del domicilio”, recuerda el comandante en la Fiscalía de Homicidios, Víctor Manuel Pineda.
Finalmente, tras siete meses de investigación y el trabajo equipo de expertos de servicios periciales, el delincuente finalmente fue detenido junto con su cómplice y actualmente se encuentra preso en un penal capitalino a la espera de una sentencia de hasta 270 años de cárcel.
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