El trabajo en casa se ha convertido en una gran herramienta durante la cuarentena por #Covid19 y por lo visto seguirá siendo parte de nuestra realidad
El trabajo en casa se ha convertido en una gran herramienta para muchos durante esta pandemia. Un sector importante de la población nos dimos cuenta que ya solucionábamos gran parte del día en una pantalla, y sólo cuestión de ajustar unas cosas para cambiar la oficina y chambear desde la sala, el comedor o la recamara.
Un recurso que por fortuna le ha permitido mantener el empleo a millones de personas en el mundo y que por lo visto seguirá siendo parte de nuestra realidad por muchos meses más. Una actividad que nos va mostrando cosas bajo la marcha, como el hecho de que nos agote o nos alteren tener tantas reuniones en línea.
Libby Sander y Oliver Bauman, profesores de la Escuela de Negocios y de Psicología de la Universidad de Bond en Australia comentaron a la BBC una serie de conductas que antes hacíamos y que ahora por estar en línea no podemos llevar a cabo. Omisiones causantes de esta nueva forma de estrés.
Y es que pongamos esto en perspectiva. Antes teníamos la junta de las 10:00 y la de las 4:00 en la oficina. Un evento que de entrada nos permitía levantarnos de nuestro lugar para movernos a la sala de reuniones. Un acto que ya de por si implicaba hacer un poco de ejercicio para ir caminando hasta el lugar.
El trabajo en casa se ha convertido en una gran herramienta durante la cuarentena por #Covid19, un recurso que por lo visto seguirá siendo parte de nuestra realidad durante mucho tiempo…
— imagenzea (@imagenZea) May 11, 2020
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Después estaba el ritual de llegar minutos antes para ponerte al tanto de los chismes de la oficina, interactuar con el resto de tus compañeros, ver si fue la persona que te gusta o ya de perdida hablar de temas banales en lo que llega el jefe.
En lugar de esto, ahora tenemos una pantalla con muchas pantallitas en donde lo único que vemos son una serie de rostros incluyendo el nuestro que de entrada nos hace preguntar si realmente nos tomamos en tiempo para arreglarnos, si el peinado o maquillaje es el adecuado o si en algún momento notarán que estoy en pijama.
En estas videoconferencias perdemos mucho del significado que nos da el lenguaje no verbal, hay que hacer un esfuerzo emocional para parecer interesado. Dejar a un lado distractores como el fondo que cada uno elige en su casa. Y la tensión de los imprevistos como el que pase el marido en calzones o el niño gritando sin control.
Una actividad que sin duda pone en perspectiva nuestra mucha o poca afición a las selfies, pues enfrentarse a una pantalla todos los días no es sencillo para muchos. En esta nueva realidad en donde dependeremos más de la tecnología, socializaremos diferente, haremos pocas cosas fuera y tendremos que aprender a reinventarnos y sobre todo a pensar en la importancia de los demás.
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