Hace algunos días platicaba con Mario Delgado, senador morenista sobre la legitimidad en las elecciones, en específico de la que considero será la más delicada de la historia moderna del país. En ella tendremos la oportunidad de dejar la “peorcracia”, el gobierno de los peores por el peor de los motivos. Delgado no estaba preocupado por que, quien llegue a la presidencia tenga el apoyo mayoritario de los electores o de la población. Argumenta que lo importante es la credibilidad en el órgano electoral y la limpieza de la jornada y la campaña. Tiene lógica su punto de vista, pero tengo serias dudas si esto le otorgaría una legitimidad de gestión que permitiera al novel gobernante, margen de maniobra para la toma de decisiones complicadas. Ya hemos explicado en este espacio quede no variar el actual escenario, quien llegue a la silla, tendrá cuando mucho el 30 por ciento de los votos del padrón electoral, integrado al último corte del presente año por cerca de 87 millones de posibles electores y estimando una participación del 55 por ciento de los mismos, o sea 48 millones, estos son 14 millones de votos en un país habitado según el CONAPO por 123 millones, es decir poco más de un 10 por ciento de los mexicanos.
Siguiendo en este orden de ideas y con la postura de Mario Delgado, tocaría analizar la credibilidad en el actual INE y y la confianza que genera en la población. En este momento y según las últimas encuestas, la otrora confianza que generaba el instituto en la población es solo un recuerdo. Ese órgano electoral ciudadano, que primordialmente usaba a los ciudadanos para contar los votos está gravemente mermado. Historias del pasado y del presente. En el día de hoy los topes de gastos de campaña, que se han vuelto una ciencia oculta. Los spots de los líderes de los partidos otro motivo de descontento en donde el órgano electoral está entrampado y no puede poner orden, mucho menos piso parejo.
En el caso específico de la elección para Gobernador en Coahuila, el tope de gastos de campaña se fijó en 19 millones de pesos, una cifra francamente irrisoria. Todos los partidos de oposición al PRI encabezados por el candidato panista, Guillermo Anaya, acusaban al tricolor de rebasar esta cantidad. Hay que recordar que según la legislación vigente, en una elección en la cual el margen de victoria entre primero y segundo lugar sea menor al 5 por ciento, rebasar el tope se traduce en la nulidad de la elección y la convocatoria a una nueva. Pues resulta que la Unidad Técnica de Fiscalización del INE concluyó que tanto PRI como PAN, rebasaron el tope de gastos. Se reportó que el revolucionario institucional gastó 25.2 millones de pesos y acción nacional 24.3 de un máximo de 19. Esta resolución será votada en sesión de consejo general del instituto. Le doy una predicción muy gastada; se aprobará, será enviado al Tribunal local y después la responsabilidad recaerá sobre el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Esta ruta pone al INE y a su consejero presidente Lorenzo Córdoba en una mezcla de Salomón y Pilatos, nada para nadie pero me lavo las manos.
Me parece un intento desesperado por recuperar una credibilidad pérdida por la inacción y la falta de fuerza para poner en orden a los actores de la elección presidencial del 2018. Por más mediática que seguramente resultará la evidente determinación de anular la elección de Coahuila, en el caso de Gobernador y probablemente en varias presidencias municipales, no creo que alcance para el nivel de desconfianza que se está generando entre los electores de cara al próximo año.
Mientras tanto, en lo que corresponde a la elección del Estado de México todo es un cómodo silencio. En una contienda en donde el tope de gastos de campaña fue la histórica cifra de 285 millones de pesos. La misma Unidad Técnica de Fiscalización detectó cerca de 217 millones de pesos de gastos no registrados entre todos los partidos políticos. Para cualquiera que se dio una vuelta por tierras mexiquenses en campaña le será muy sencillo darse cuenta de que, no obstante lo escandaloso del tope, el gasto fue mucho mayor, por parte de casi todos los actores importantes. Pero el estruendo que quieren causar en Coahuila, es la mejor cortina de humo para preservar las cosas en el Estado de México, en donde todos prefieren guardar un silencio misterioso y cómplice.
Siendo así el panorama que se pinta en materia electoral, es válido preguntarse: ¿El INE tendrá la legitimidad para organizar, contar y arbitrar una elección tan delicada? Se lo pregunto a usted con copia al senador Delgado.
Creo que la respuesta no nos lleva a la segunda vuelta, pero si a los gobiernos de coalición. Hay ya una propuesta adelantada, en donde incluso se indican las carteras que deberían de alcanzar los partidos coaligados. No se trata de hacer alianzas para vencer a partidos o candidatos en específico, sino de unirse por este país, por un México lastimado y sangrante. Este país no aguanta 6 años más de inmovilidad. Le aseguro que no llegamos al 2024.