ARISE está trabajando en cada país, con base en las necesidades regionales, partiendo de que el riesgo de desastre es una combinación de factores
Resiliencia debe ser la palabra clave hoy en día, ante el poder devastador de los desastres naturales, producto del cambio climático, lo que ya ha quedado demostrado con los últimos huracanes que han afectado regiones de México, Estados Unidos y el caribe, dejando una estela de destrucción que, en algunos casos el camino para la reconstrucción es largo y sinuoso; teniendo de ejemplo Puerto Rico con el huracán María
En un encuentro con los medios de comunicación de Mami Mizutori, representante Especial del secretario de Naciones Unidas, para la Reducción de Riesgo de Desastres, Martha Herrera, Presidenta de ARISE MX y Blanca Jiménez Cisneros, directora general de la Conagua, invitaron a generar un “despertar de las conciencias“ en beneficio de todos, dado que cuando un desastre ataca a las empresas, las afectaciones son para todos los actores de la sociedad, pues al verse impactadas y cerrar, hay como efecto colateral una falta de empleos y por lo mismo la economía se paraliza o mantiene incierta, poniendo en riesgo la competitividad de las ciudades o países.
Mami Mizoturi puso sobre la mesa que las micro y pequeñas empresas son las que generan más empleos, sin embargo en caso de un desastre natural, son las que más tardan en recuperarse, dijo que las grandes empresas pueden ayudar a detectar vulnerabilidades y así generar políticas públicas de prevención, poniendo de ejemplo el trabajo de ARISE.
Retomando que las poblaciones más pobres son las que enfrentan mayores peligros ante cualquier eventualidad en la materia y las que más tardan en recuperarse, así como que México, por su geografía, tiene latente el riesgo a ser todos los desastres naturales, la representante nacional de ARISE, Martha Herrera, reveló que principalmente son ocho las entidades del país que sufren más por los desastres, como la Ciudad de México, Jalisco, Nuevo León, Michoacán, Guerrero y Chiapas, lo que significa 27 millones de personas, por lo que la iniciativa privada ya está trabajando en capacitar a las pequeñas y medianas empresas hacia adentro y hacia afuera sobre los mecanismos de resiliencia, generando así un efecto mariposa en las comunidades donde están asentadas.
Por su parte, la directora de Conagua explicó que si bien no se pueden predecir muchas veces los eventos naturales, dejó en claro que entonces el camino es identificar las fuentes de vulnerabilidad para así generar mayor protección. Sin embargo, explicó que otro tema que debe trabajarse, además de la capacitación, es el del conocimiento, pues muchas de las tragedias que se generan, se deben justamente al desconocimiento de cuestiones muy simples, como saber en qué momento se puede o no cruzar una calle en caso de una inundación.
Esto toma mayor relevancia, dijo, considerando que en los mapas de riesgo internacionales, México aparece con todos los riesgos, por lo que Naciones Unidas nos ha usado como modelo en la prevención y contención de desastres; lo que exige soluciones integrales, dado que el impacto comprende otros problemas sociales, exigiendo la participación de todos los actores de la sociedad.
En este sentido, Mami Mizoturi señaló que ARISE está trabajando en cada país, con base en las necesidades regionales, como la geografía y conflictos armados, partiendo de que el riesgo de desastre es una combinación de tres cosas: amenaza, exposición y vulnerabilidad. Lo que obliga a que la labor sea diferenciada.
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