En situaciones de emergencia como un paro cardíaco, cuando el personal está corriendo hacia el quirófano, saber “quién es quién” marca la diferencia
Si alguna vez te ha pasado que no recuerdas el nombre de tu compañero de trabajo y le pides que termine una labor por tí, seguro te has quedado con el pendiente de saber si lo hizo bien, o con la vergüenza de no haber reconocido ni su identidad.
Bien, pues imagínate que eso mismo pasa dentro de un quirófano y que un médico experimentado le pide a un alumno que asiste a una intervención en calidad de escucha que termine una operación, sin saber que el joven no está debidamente capacitado pues ni siquiera le preguntó quién es y qué hace en la sala.
¿Suena peligroso no?
Pues esto fue lo que el anestesista Rob Hackett descubrió ocurría con más frecuencia de lo que pensaba.
Debido a la intensa rotación de personal que hay dentro del nosocomio, entre cuerpo estudiantado que realiza prácticas, médicos residentes y médicos de intercambio, Hackett descubrió que muchos de sus colegas a la hora de ingresar a quirófano no se conocían ni se animaban a preguntar por qué se encontraban en ese sitio.
En algunas ocasiones, la deducción de que todos los que estaban presentes “sabían” sobre qué estaba siendo intervenido el paciente, o eran médicos totalmente capacitados y certificados, provocó algunas complicaciones, negligencias o “errores médicos” como se llaman a las omisiones hechas por los doctores de forma accidental.
Al investigar, el anestesista descubrió que tan solo en Estados Unidos, los errores médicos son la tercera causa de muerte, según un estudio realizado por la Universidad Johns Hopkins y publicado en la revista British Medical Journal en 2016.
Además, de acuerdo con la última guía para cirugías seguras de la Organización Mundial de la Salud, la comunicación es la raíz de 70% de los “miles de eventos adversos reportados (dentro de los quirófanos) entre 1995 y 2005” .
La mayoría de estos “errores médicos”, según la experiencia del anestesista, radican en la falta de comunicación.
A lo largo de 12 años, Hackett ha sabido de estudiantes a los que piden que terminen una operación porque los confunden con novatos en fase de entrenamiento, o pacientes que sufren infartos porque no recibieron la compresión torácica (maniobra de primeros auxilios) a tiempo, por la sencilla razón de que nadie en la sala quirúrgica se dio por aludido cuando se dio la orden.
Fue así que desde fines de 2017 y el británico decidió empezar a ingresar a las salas de operaciones con su nombre y profesión escritos en el gorro, algo tan vistoso que era ineludible para sus colegas.
Un año y medio después, su iniciativa #TheatreCapChallenge (“desafío del gorro de quirófano”) se volvió viral y, según Hackett, ya está salvando vidas.
“Soy consciente de que otra gran cantidad de personas continúa muriendo innecesariamente por estos mismos problemas”, dice el anestesista.
En situaciones de emergencia como un paro cardíaco, cuando el personal está corriendo hacia el quirófano, saber “quién es quién” marca la diferencia.
“Saber los nombres de las personas y sus roles es una habilidad no técnica esencial para el trabajo en equipo. Orquestamos al equipo con extrema eficiencia y el paciente tiene mayores probabilidades de sobrevivir”, señala.
Esta fenomenal idea se ha vuelto viral gracias a la partera Alison Brindle, quien propuso usar el hashtag #TheatreCapChallenge en redes sociales, en los últimos dos meses médicos, estudiantes y personal de apoyo en Reino Unido, Estados Unidos, Australia, España y México se han unido a esta campaña.
Inclusive, la Asociación Estadounidense de Asistentes Médico Quirúrgicos, lo agregó a su lista de políticas e informó: “Es una idea simple y gratuita que ayuda a mejorar la comunicación en una emergencia, especialmente en instituciones más grandes donde puede ser más difícil identificar a colegas y caras nuevas”.
Con información de BBC Mundo
Contenido relacionado