En 1928, el Pulmón de acero fue utilizado con pacientes. Se trataba de un enorme cilindro mecánico en el que se colocaba una persona dentro
El respirador artificial es considerado como uno de los instrumentos esenciales de un hospital. Su uso es crucial, ya que la falta o el fallo en la respiración natural puede producir la muerte.
Debido a su importancia, es necesario tomar precauciones para asegurar que sean altamente confiables; así como suficientes en números para atender las demandas sanitarias de la población.
Cabe destacar que, por lo general, se tienen mecanismos de respaldo que permiten la respiración manual; esto cuando se interrumpe la energía. Sin embargo, los también llamados ventiladores artificiales son mecanismos de primer uso por una serie de características que los diferencian de los que no necesitan electricidad.
Por ejemplo, pueden tener válvulas de seguridad que abren paso al aire circundante cuando se interrumpe la energía, para así tratar de evitar la asfixia de los pacientes que respiran espontáneamente. Algunos sistemas también vienen equipados con tanques de gas comprimido, compresores de aire, y baterías de respaldo, para proporcionar ventilación en caso de cortes de energía o defectos en la fuente de oxígeno.
Inicios
Por supuesto, no siempre fueron así. Hay antecedentes que se remontan al médico Andrés Vesalio; a quien se atribuye la creación primera ventilación mecánica en 1543.
Concretamente, casi 400 años después, en 1907, la empresa alemana Dräger diseñó el Pulmotor, un ventilador mecánico a presión positiva con un cilindro de oxígeno o aire comprimido que permitía su funcionamiento.
Este objeto era toda una innovación, el paciente recibía el gas mediante una mascarilla naso-bucal. Este aparato fue usado como dispositivo de reanimación para bomberos y policías, pero no fue incorporado a los hospitales.
Sin embargo, la ventilación mecánica tuvo otro hito. En 1928, el Pulmón de acero (en inglés Iron Lung) fue utilizado con pacientes que no eran capaces de respirar. Se trataba de un enorme cilindro mecánico en el que se colocaba una persona dentro.
Una puerta permitía que la cabeza y el cuello permanecieran libres. Posteriormente se cerraba la puerta, formando un compartimento herméticamente sellado que encerraba el resto del cuerpo de la persona. Después, bombeaba un flujo de aire que sucesivamente reducía e incrementaba la presión del aire dentro de la cámara y, particularmente, en el pecho.
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Así, cuando la presión disminuía en el pulmón de acero, los pulmones del paciente se expandían y el aire del exterior de la cámara ingresaba a través de la nariz de la persona y le permitía mantener sus pulmones llenos.
Cuando la presión del pulmón de acero aumentaba, ocurría exactamente lo contrario; ya que se expulsaba el aire de la persona porque se comprimía su pecho. De esta manera, el pulmón de acero imitaba la acción fisiológica de la respiración: a través de una alteración periódica de la presión intratorácica, hacía que el aire fluyera por dentro y fuera de los pulmones.
El primer pulmón de acero fue instalado en el hospital Bellevue, en la Ciudad de Nueva York, en 1927.; pero fue usado por primera vez en octubre de 1928 en el Children’s Hospital, Boston, Massachusetts. Se utilizó en una niña inconsciente con problemas respiratorios; la misma que se recuperó a pocos segundos de ser colocada en la cámara.
Ya para 1949, John Emerson desarrolló un ventilador mecánico para la anestesia con la colaboración del departamento de anestesia en la Universidad de Harvard. Después, los ventiladores mecánicos se comenzaron a utilizar cada vez más en anestesia y cuidados intensivos durante la década de 1950.
La necesidad de tratar a los pacientes con poliomielitis y el uso cada vez mayor de los respiradores durante la anestesia, promovió el desarrollo de los respiradores médicos. Los medicamentos anestésicos mejoraron las condiciones de operación para el cirujano, pero también paralizaron los músculos respiratorios impidiendo la respiración, por lo que se hacía necesaria la ventilación forzada o artificial.
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