En su nueva novela “Playa Bagdad” plantea una historia de suspenso fraternal
Por: Farida Pimentel
Antonio Ramos Revillas (Monterrey, 1977) publica “Playa Bagdad” (Alfaguara,2024), una novela que tiene lugar en Matamoros, Tamaulipas, lugar donde uno de los hermanos Santiago afirma se perdieron sus padres.
Marcelo y Miguel iniciarán un deambular por la ciudad, pero también por el pasado de su vida en común y la distancia que hay entre el uno y el otro.
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En entrevista, Ramos Revillas, quien es el actual director de la Editorial Universitaria de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) reflexiona sobre el primer encuentro con la otredad a través de los hermanos y sobre su proceso de escritura.
¿Cómo surgió la idea del libro?
Hice un viaje a Matamoros con mis padres a finales del año 2019. Por alguna razón, los cité en un sitio y se tardaron en llegar y no usan celular, pasó. Ya de regreso a Monterrey, les dije: “¿qué pasa si les pasa algo? O sea, ¿cómo les digo a mis hermanos que se me perdieron en Matamoros?”, un poco para regañarlos y para decirles que usen el celular. Pero cuando formulé esa idea, dije: “¡Guau!, aquí hay una historia. Y así fue realmente cómo surgió. Fue un gran detonante, pero la novela se volvió otra cosa y no fue tanto la búsqueda de los padres.
En el libro hay una frase sobre los hermanos: “Nos unen no solo la historia en común, sino el primer deseo por comprender al otro”. Los hermanos pueden ser esta figura de la otredad, ¿no?
Justo creo que los hermanos son la primera versión de la otredad. La relación que tienes con tus padres es distinta a la que tienes con tus hermanos. Ver cómo el otro se desenvuelve, cómo el otro se representa… Uno dice: “Bueno, pero si fuimos a la misma casa, recibimos la misma información”. Pero la verdad es que no, nunca recibimos la misma información, nunca recibimos la misma atención. Es imposible. Así que sobre eso también vamos construyendo nuestra personalidad. Hay hermanos que adoptan a los suyos y que siguen lo que ellos hicieron, otros que lo rechazan por completo. Pero en el fondo, incluso el rechazo es una lectura muy profunda de quién es ese otro, ese primer otro, para luego definir tu personalidad.
¿Por qué decide narrar la novela desde la voz de Miguel y no Marcelo?
Si hubiera sido desde Marcelo, la verdad es que habría sido una novela mucho más febril, y yo quería un personaje o un narrador que pudiera tomar distancia de los hechos. De alguna manera, aunque Miguel cuenta la primera parte, también se nota esta angustia y se nota esta desesperación por saber qué está pasando. Pero si Marcelo lo hubiera contado, creo que la novela no me habría permitido hablar de estas otras cosas que quería hablar, sobre la memoria y sobre las relaciones familiares.
Ha dicho en varias ocasiones que usted parte de preguntas para escribir sus novelas. ¿Cuál es en sí la pregunta central de esta novela o qué preguntas usted busca responder a lo largo de la novela?
Uy, sí creo que tenemos que responder a la pregunta, pero de pronto se subalterna a ellas muchas otras. Al final de esta novela, la gran pregunta es ¿qué es lo que queremos recordar? ¿Y qué hacemos con eso? Porque a lo largo de la novela, Miguel va recordando a su hermano y va haciendo un recorrido por esta historia en común, con sus cosas buenas, con sus cosas malas, con sus traiciones. ¿Y para qué? ¿Para qué lo recuerdo? ¿Qué voy a hacer con esto? Pues no lo sé. Tal vez no alcancé a contar toda la historia que yo quería
¿Su proceso de escritor se ve afectado por su faceta de editor?
No, pues son cosas muy distintas. Yo, fíjate que tal vez te voy a contar algo muy espantoso, pero cuando era adolescente, un maestro nos habló sobre los soldados nazis, cómo mientras por un lado aplicaban gas en las cámaras y eran terribles, cuando llegaban a casa se volvían otras personas y podían tener ternura con sus hijos y amar de verdad a sus esposas. Me pareció sorprendente cómo alguien podía partirse en tantas partes y ser tantos individuos. Entonces, esa capacidad de partición, de fragmentación, pues es una capacidad que yo he ido desarrollando. Entonces, las cosas que tienen que ver con la edición están allá en sus cosas de la edición, y las cosas que tienen que ver con mi escritura están en otro punto. No se mezclan, una no me impide la otra, porque yo creo que el mayor reto de un escritor es seguir siéndolo con el paso del tiempo. Yo no me obligo a escribir todos los días, yo escribo por temporadas. Entonces, digamos que en el año escribo realmente dos o tres meses, pero de manera constante. Esos meses, todos los días estoy escribiendo, corrijo algo, reescribo, pienso en los libros, etcétera. Y luego me olvido siete meses de la escritura por completo. Pero esos tres meses son intensos. Es lo que voy a hacer, no voy a hacer otra cosa más que esto, no suelo ver televisión. Lo único que me ocupa es la escritura.
Antonio Ramos Revillas, quien ha ganado galardones como el Premio Nacional de Cuento Joven Julio Torri y el Premio Nacional de Literatura Joven Salvador Gallardo Dávalo, adelanta que ya está escribiendo su próxima novela, en la que el protagonista debe resolver misterios de su infancia y juventud, que lo llevará eventualmente a escribir una novela.