Al grito de “voto por voto, casilla por casilla”, el grupo parlamentario del PRD, PT y Convergencia buscaban impedir que Calderón jurara como presidente
En medio de una palpable zozobra, el 1 de diciembre de 2006 el entonces presidente electo Felipe Calderón Hinojosa pasó a la historia por ser el único mandatario en México que juró su cargo entre abucheos y gritos de fraude; ambiente que estuvo a punto provocar que el acto protocolario no se realizara.
Las cerradas elecciones contra el entonces candidato presidencial del Partido de la Revolución Democrática, Andrés Manuel López Obrador, había puesto en el ojo del huracán al sistema electoral mexicano, que era acusado de fraguar un fraude en el conteo de votos.
Bajo la demanda de “voto por voto, casilla por casilla”, el grupo parlamentario del PRD, PT y Convergencia habían impedido el 1 de septiembre de aquel año, que el presidente Vicente Fox rindiera su último informe ante el Pleno del Congreso de la Unión y existía la amenaza de impedir que Calderón Hinojosa asumiera el cargo como mandatario federal.
“Sabíamos que López Obrador y su gente iban a tratar de impedir a toda costa que rindiera protesta para meter una crisis constitucional al país, decir ‘no tenemos Presidente’ y convocar al Congreso a que nombrara un sustituto y todo lo que eso significaba”, precisó el senador Héctor Larios quien fungía como coordinador de la bancada del PAN en la Cámara de Diputados.
Tras casi haber sido tomada la tribuna de la Cámara Baja por la oposición, Larios organizó a sus 206 legisladores para resguardarla y permitir el tránsito libre de Calderón Hinojosa.
Con la Mesa Directiva resguardada, la ruta que siguió el entonces presidente electo fue simple: llegó oculto al estacionamiento subterráneo del edificio A de la Cámara de Diputados, caminó por un pasillo angosto hasta la sala de prensa y se coló a través de una puerta que daba a “tras banderas”, la parte trasera del Pleno.
“Nosotros nos preparamos antes, así el 28 de noviembre a la una de la tarde con tres minutos nos subimos y ya no les dimos oportunidad de que se subieran ellos, ahí duramos tres días, 76 horas para ser exactos”, señaló el líder de la bancada blanquiazul durante la LX Legislatura.
En una ceremonia que duró apenas unos minutos, en medio de empujones y rechiflas, el presidente electo Felipe Calderón Hinojosa tomó posesión de su cargo como Presidente de la República en medio de la tensión que lo obligó a colocarse él mismo la banda presidencial, mientras el mandatario saliente, Vicente Fox Quesada, presenciaba el juramento.
Medios internacionales destacaron el rápido y conservador discurso que el ya Presidente Constitucional de México emitió durante su juramento, todo mientras los legisladores del partido oficialista aplaudían y la izquierda silbaba.
“Protesto guardar y hacer guardar la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de presidente de la república que el pueblo me ha conferido mirando el todo por el bien y la prosperidad de la unión y si así no lo hiciere que la nación me lo demande”, dijo Calderón.
El presidente del Congreso, Jorge Zermeño, recibió la banda presidencial de manos de Fox y se la entregó a Calderón, ante la mirada de los pocos invitados especiales que habían acudido a la sede legislativa para presenciar el acto protocolario.
Entre los invitados se destacó el entonces príncipe de España, Felipe de Borbón, junto a los presidentes de Guatemala, Oscar Berger; Nicaragua, Enrique Bolaños; Costa Rica, Oscar Arias; el Salvador, Elías Antonio Saca; Honduras, Manuel Zelaya; Panamá, Martín Torrijos, y Colombia, Alvaro Uribe, entre otros altos dignatarios.
Asimismo, entre las 117 delegaciones diplomáticas asistentes se encontraba George Bush, padre, en nombre de los Estados Unidos.
Marcha de López Obrador
Mientras todo esto ocurría al interior de San Lázaro, el candidato Andrés Manuel López Obrador emprendía una marcha con miles de sus seguidores al Auditorio Nacional donde se preveía que el nuevo presidente del país, Felipe Calderón, ofrecería un discurso.
López Obrador calificaba a Calderón un mandatario “espurio” y se señalaba a sí mismo como “presidente legítimo” mientras vitoreaba que el mandatario entrante había ganado con un fraude auspiciado por el Instituto Nacional Electoral.
Un hecho que no volverá a ocurrir
Debido a las acciones ocurridas en el Congreso en esa accidentada ceremonia, se emprendió una reforma constitucional para garantizar que la toma de la Cámara de Diputados no impidiera a un Presidente electo rendir protesta.
Así, el 9 de agosto de 2012 se publicó en el Diario Oficial de la Federación, la adición de dos párrafos al Artículo 87 constitucional que precisan que “si por cualquier circunstancia el Presidente no pudiere rendir la protesta ante el Congreso de la Unión o ante la Comisión Permanente, lo hará de inmediato ante las Mesas Directivas de la Cámara de Diputados y el Senado de la República”, sin precisar la sede donde se encuentren.
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