En el marco del día del economista, conmemorado cada 6 de noviembre, retomaré un valioso escrito de Don Jesús Silva Herzog, destacado economista, periodista, escritor, historiador y ensayista potosino, y uno de los principales teóricos del desarrollo económico del México moderno.
Este escrito titulado “El desarrollo de la enseñanza de las ciencias económicas en México 1925-1953”, tiene muchos puntos de interés. Dícese en esta relatoría que, a partir de 1925, un pequeño grupo de licenciados en derecho y de economistas autodidactas, dio cuenta de que el país post revolucionario necesitaba formación de científicos sociales para orientar la política económica a nuevos rumbos y necesidades conforme al pensamiento modernista de la época.
Relata Don Jesús que, este proceso de nacimiento de la ciencia económica como academia, se dio con la apertura de la biblioteca y de los archivos económicos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público un 19 de enero de 1928, una biblioteca que existe hoy y que debería ser la Meca de todos los economistas. Justo allí es que, a finales de ese mismo año, se funda el Instituto Mexicano de Investigaciones Económicas.
En este espacio, se abrió una nutrida discusión sobre la situación económica de México, y un grupo de jóvenes entusiastas impulsaron la idea de fundar una escuela especializada en estudiar los fenómenos económicos, que para esa época demandaban de mucho análisis en un México recién convulso.
Continúa diciendo el Doctor Silva Herzog que, a comienzos de 1929, el rector de la Universidad de México y el director de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales fundan la Sección de Economía adscrita a esa Facultad. Inicios difíciles al registrar en ese año, una gran escasez de catedráticos y un solo estudiante inscrito; y por tales razones, en no menos de una ocasión, estuvo a punto de ser clausurada, por la falta de asistencia y por detractores de otras disciplinas. Pese a ese escenario, en 1935 se lograron graduar los primeros cuatro licenciados en Economía.
Para 1935, la Sección de Economía, se transformó en la Escuela Nacional de Economía. A partir de entonces quedó asegurado su desenvolvimiento; se elaboró un nuevo plan de estudios; se reforzaron sus cuadros académicos y estudiantiles; y lo más importante de todo: la idea clara y generosa de hacer del economista un profesional al servicio de su Patria.
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En 1940 se organizó el Instituto de Investigaciones Económicas, con el objeto de ayudar a los estudiantes a conocer las fuentes de información económica y de capacitarlos para analizar estadísticas. En esto, debe también mencionarse la revista Investigación Económica, publicación trimestral cuyo primer número apareció en los comienzos de 1941 y que no ha dejado de publicarse hasta la fecha, abordando a Adam Smith en su última publicación de hace un mes.
Menciona en este relato Don Jesús Silva Herzog que, por cierto, habría de fallecer el 13 de marzo de 1985 y cuyos restos yacen en la Rotonda de las Personas Ilustres, que en un principio, fue difícil encontrarles oportunidades de trabajo a los recién egresados, encontrando las primeras oportunidades en un pequeño departamento de investigaciones económicas de la Universidad Obrera y Campesina. A partir de 1932, se organizó la Oficina de Estudios Económicos de los Ferrocarriles Nacionales de México y en 1933, se establecieron departamentos de investigaciones económicas en la Secretaría de la Economía Nacional, en la de Hacienda y Crédito Público, en el Banco de México, en el Banco Nacional de Comercio Exterior, en Nacional Financiera y en otras instituciones de crédito públicas y privadas.
Concluye este escrito realizado en 1954 por este ilustre personaje indicando que: “El problema para México en cuanto a los estudios que ocupan nuestra atención, estriba en preparar cada vez economistas mejores por la amplitud y profundidad de sus conocimientos y en número suficiente para influir con eficacia en el correcto desarrollo de la economía de la nación.”
En referencia a estas últimas afirmaciones de Don Jesús Silva Herzog, creo que dicho cuestionamiento sigue siendo válido en 2024, pues la Nación ha entrado en una etapa de desarrollo que amerita que más personas estén dedicadas al estudio de la ciencia económica para que respondamos a los principales problemas que involucra un tejido social lacerado por la violencia, la marginación, la desigualdad, la concentración de la riqueza, por mencionar algunos; sumados a los nuevos retos del siglo XXI, como las pandemias, la guerra, la tecnología, la inteligencia artificial, etcétera.
A diferencia del primer economista inscrito en 1929, actualmente existen en México más de 82 mil economistas que se gradúan de 87 universidades públicas y privadas.
En este pequeño grupo de profesionales radica una gran responsabilidad por impulsar con sus conocimientos el progreso social, ya sea desde el ámbito público o privado; y ello implica que se fomente la formación de más personas en el estudio de los fenómenos socioeconómicos, y una vez formados, fortalecer su preparación continua y su organización civil a modo de que su voz sea referencia en la opinión pública.
En ese sentido, en retribución al esfuerzo del Estado mexicano por formar a este cuerpo de élite dentro del estudio de las ciencias sociales, es necesario que los economistas participemos más activamente en el desarrollo del país, por lo cual en esta semana llena de conmemoraciones, insto también a mis colegas a ser líderes de opinión, líderes de la política, líderes del emprendimiento, líderes sociales, líderes académicos para proyectar su formación al servicio de su Patria, tal y como fue la visión de la primera Escuela de Economía de México.
En el marco del día del economista 2024, reconocer su trabajo es: fundamental. Levantar la voz: prioritario. Combatir las desigualdades: impostergable. Prepararse más: inevitable. Felicitarlos en su día: obligado.
Nos leemos a la próxima
Por: Mario Alberto González S.
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