Las vacunas como tal no son algo nuevo. De hecho irónicamente lo chinos fueron los primeros en descubrir los beneficios de estos medicamentos en el siglo X
El coronavirus o covid-19 ha despertado un viejo debate sobre la pertinencia de las vacunas. Por un lado tenemos a quienes creen que estas no sirven, lo que ha provocado que la OMS coloque a los antivacunas como una de las 10 amenazas a la salud global en 2019.
Y por el otro tenemos su efectividad, pues se ha comprobado que gracias a ellas se han evitado entre 2 mil y 3 mil billones de muertes al año.
Pero vayamos al pasado, pues las vacunas como tal no son algo nuevo. De hecho irónicamente lo chinos fueron los primeros en descubrir los beneficios de estos medicamentos allá por el siglo X, cuando se dieron cuenta que si exponían a personas sanas a ciertos fragmentos de la enfermedad, estas desarrollaban inmunidad.
Muchos años después vinieron los trabajos del médico británico Edward Jenner para combatir la viruela vacuna y a partir de entonces la experimentación en este sentido no ha dejado de evolucionar. Pero ¿cómo funciona una vacuna?
Lo primero que hay que entender es que una vacuna es una versión débil o muerta de la enfermedad que no afecta al ser humano. Al contrario, le ayuda a nuestro organismo a conocer al virus o bacteria que la provoca y a saber cómo defenderse de ella gracias a nuestro sistema inmune.
Lo difícil es identificar la causa exacta del mal, los derivados que le dan fuerza a los virus o bacterias, ubicarlas, separarlas y debilitarlas. Una vez hecho esto, hacer algunas pruebas en animales, o en pequeñas escalas. Después seguir experimentando en escenarios cada vez más grandes y finalmente comprobar que el éxito de mantenga y que no haya contraindicaciones. Un proceso que puede llevarle a un laboratorio entre 10 y 15 años para poder asegurar una producción.
Actualmente los científicos trabajan a marchas forzadas por encontrar una vacuna contra el covid-19 pues se trata de una cepa que no había sido vista en humanos, por lo que apenas se está aprendiendo sobre ella. Pero una vez que logren identificar una puerta de entrada, empezará la magia.
El coronavirus es conocido así por la forma de corona que tiene al aferrarse al organismo, por lo que se trabaja en una vacuna mensajera que envíe una versión del virus modificada en una de esas puntas. Y en lugar de infectar, le diga a nuestro organismo que responda con una reacción inmune. E incluso se prepare antes de ser infectado.
Se espera que los primeros estudios clínicos de la vacuna estén listos en primavera. Y mientras tanto la mejor manera de elevar nuestro sistema inmune será con alimentación y ejercicio.
En lo que la ciencia, una vez más nos demuestra con hechos, lo que se puede lograr, contrario a creencias sin un valor real.
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