Con una veintena de años estaban considerados los mayores narcos en la historia de la ciudad
Los gemelos Margarito y Pedro Flores se encargaban de llevar el negocio de la droga de una manera muy eficaz en Estados Unidos. Sus brazos se extendían desde Chicago hasta Nueva York, Filadelfia, Los Ángeles, Seattle, Washington y Vancouver.
Sin embargo, al ser sus mayores distribuidores, Joaquín Guzmán Loera no esperaba que lo fueran a delatar y, sobre todo, que Pedro se subiera al estrado en el tribunal de Brooklyn para testificar en su contra. Pedro se refirió al capo mexicano como “el hombre” y contó que le conoció en su escondite en las montañas de Sinaloa en mayo de 2005. “Yo estaba nervioso, llevaba dos radios en la mano y una pistola en la cintura”, señaló.
Actualmente, Margarito y Pedro cumplen una condena de 14 años de prisión por traficar droga y por su buena conducta saldrán pronto; pudieron ser sentenciados a cadena perpetua, pero decidieron entregarse, desmontar la empresa criminal y cooperar con las autoridades estadounidenses hace diez años.
A los siete años de edad los hermanos Flores ayudaban a su padre, pero fue hasta 1998 (con 17 años de edad) cuando empezaron a distribuir droga por su cuenta. El negocio de distribución creció a tal nivel de tener que vender dos toneladas de cocaína al mes en Chicago. Con una veintena de años estaban considerados los mayores narcos en la historia de la ciudad y, según Pedro, desde su inicio hasta su entrega con las autoridades estadounidenses él y su hermano distribuyeron 60 toneladas de droga.
Según el testigo, eso fue posible gracias a la situación geográfica de Chicago al estar justo en el centro de EEUU. “Es ideal para la distribución por las infraestructuras”, mencionó. Según otros testimonios, más hacia el norte llegaba la mercancía desde la frontera con México y “a mayor riesgo, mayor beneficio”, agregó el testigo.
Se calcula que los Flores movieron aproximadamente el equivalente a 800 millones de dólares de droga para El Chapo. Desde hace cuatro años el magistrado jefe del tribunal federal de Chicago, Ruben Castillo, condenó a los hermanos y ambos se dirigieron a la corte para expresar su remordimiento por los crímenes que cometieron, agradecieron la oportunidad que les dieron las autoridades para cooperar y facilitaron información sobre 50 traficantes.
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