En México se diagnostican cerca de 15 mil casos nuevos de personas con cáncer de colon o recto al año, de los cuales seis mil 500 mueren
El cáncer de colon comienza en el intestino grueso (colon), que es la parte final del tubo digestivo, y suele afectar principalmente a adultos mayores entre los 65 y 75 años de edad con malos hábitos de alimentación y que no acostumbran a realizar actividad física con regularidad, aunque puede ocurrir a cualquier edad.
Generalmente, comienza como grupos pequeños y no cancerosos de células llamados pólipos que se forman en el interior del colon. Con el tiempo, algunos de estos tipos de tejidos pueden convertirse en cáncer de colon.
El problema es que los pólipos pueden ser pequeños y generar pocos síntomas o ningún síntoma, razón por la que los médicos recomiendan pruebas de detección regulares para ayudar a prevenir este tipo de neoplasia mediante la identificación y extirpación, además de quimioterapia y radioterapia, dependiendo la fase en que se encuentre.
El cáncer de colon suele denominarse cáncer colorrectal, término que combina el cáncer de colon y el cáncer rectal, que comienza en el recto.
Datos del Instituto Nacional de Cancerología de 2019 señalan que el cáncer de colon y recto ocupa entre el tercer y cuarto lugar de frecuencia en la población mexicana -detrás del de mama, pulmón y próstata-, presentándose al año un promedio de 8 mil 700 casos nuevos en el país, mientras que a nivel mundial la cifra alcanza el millón 400 mil casos.
Especialistas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), reportan que cada año, en México se diagnostican cerca de 15 mil casos nuevos de personas con cáncer de colon y/o recto, enfermedad que al tratarse de manera oportuna, permite la curación en nueve de cada 10 casos.
Sin embargo, en caso de que el tumor crezca y se disemine a otras partes del cuerpo, la mayoría morirá en los siguientes cinco años, estimando que que anualmente seis mil 500 personas mueren en el país por esta causa.
Entre los principales factores de riesgo están la herencia; es decir, que un familiar tenga o haya tenido este tipo de cáncer, eleva de tres a cinco veces la posibilidad de padecerlo, por lo que es importante que quienes cuenten con este antecedente visiten regularmente al médico.
Pero es importante subrayar que personas con obesidad, que fuman, beben alcohol, realizan poco o nulo ejercicio y que consumen carnes rojas en exceso, particularmente si éstas contienen conservadores, están fritas o empanizadas, tienen mayor predisposición pues favorecen sustancias que lastiman la mucosa del intestino y la formación de tumores.
Así, cuando el pólipo ha crecido y se convirtió en tumor, causa una serie de problemas como obstrucción del colón, dolor abdominal o rectal, distensión abdominal, diarreas intermitentes, disminución de los calibres en las heces, sangrado, pérdida de peso, anemia que lleva al paciente a sentirse fatigado.
Empero, estos síntomas suelen confundirse con los de gastritis, colitis o hemorroides, lo que obstaculiza el recibir tratamiento oportuno.
Para prevenir esta enfermedad se recomienda el consumo diario de alimentos ricos en fibra, como espárragos, betabel, champiñones, nabos y calabaza, lechuga, acelga, zanahorias crudas, espinaca, brócoli, alcachofa, ejotes.
Así como nueces, semillas, granos; frutas como manzanas, plátanos, peras, mandarinas, ciruelas e higos, acompañados de por lo menos dos litros de agua simple y ejercicio constante, pues favorecen la prevención en las personas jóvenes y coadyuvan al iniciar la vida adulta.
IPR
Contenido relacionado
Fallece Pau Donés, vocalista de «Jarabe de Palo», a los 53 años