Con su descubrimiento se supo que el mosquito Aedes aegypti es causante de varias enfermedades y sentó las bases para la erradicación de las mismas
¿A quién no le ha molestado el zumbido incesante de un mosquito? Este sonido es capaz de quitar el sueño, distraer y desquiciar al más paciente, pero también sirve para descubrir que el insecto puede transmitir peligrosas enfermedades. Al menos a Carlos Finlay le llevó a ello.
Aunque parezca broma, Carlos Finlay, un médico cubano, descubrió que la fiebre amarilla era causada por el mosquito Aedes aegypti, por el fastidio que le produjo el zumbido de éste, y no es que estuviera ocioso y llegara a esa conclusión porque sí, llevaba años estudiando la enfermedad.
Él sabía que la transmisión de la enfermedad se realizaba por un agente intermediario, pero no sabía cuál, el 14 de agosto de 1881 demostró que es la hembra fecundada de dicha especie de mosquito, la portadora y transmisora de la fiebre amarilla.
La fiebre amarilla
La fiebre amarilla es una enfermedad vírica aguda, hemorrágica, transmitida por mosquitos infectados. El término “amarilla” alude a la ictericia que presentan algunos pacientes.
Los síntomas de la fiebre amarilla son: fiebre, cefaleas, ictericia, dolores musculares, náuseas, vómitos y cansancio.
Una pequeña proporción de pacientes infectados presentan síntomas graves, y aproximadamente la mitad de estos casos fallecen en un plazo de 7 a 10 días.
El virus es endémico en las zonas tropicales de África y de América Central y Sudamérica.
Las grandes epidemias de fiebre amarilla se producen cuando el virus es introducido por personas infectadas en zonas muy pobladas, con gran densidad de mosquitos y donde la mayoría de la población tiene escasa o nula inmunidad por falta de vacunación. En estas condiciones, los mosquitos infectados transmiten el virus de una persona a otra.
La fiebre amarilla puede prevenirse con una vacuna muy eficaz, segura y asequible. Una sola dosis es suficiente para conferir inmunidad y protección de por vida, sin necesidad de dosis de recuerdo.
La fiebre amarilla trajo desolación y muerte en las colonias españolas de América. Era conocida en la región de Yucatán como cocolitzlé previamente a la llegada de los conquistadores. Luego los españoles la llamaron modorra o modorra pestilencial.
El historiador López de Gómara en el siglo XVI se refería a la enfermedad diciendo:
“Poníanse los españoles de color de tiricia o mal amarillo, puede ser que el deseo que tienen al oro en el corazón se les haga en la cara y cuerpo de aquel color.”
La primera gran epidemia en el Caribe fue en Barbados en 1647. En el siglo XVIII fue denominada enfermedad del vómito negro, y por último, los ingleses la denominaron yellow fever.
Si bien en todos los trabajos cubanos e internacionales publicados sobre fiebre amarilla se hacía mención a la sintomatología, métodos diagnósticos y alternativas terapéuticas, en ninguno de ellos se podía demostrar el modo de transmisión de la enfermedad y mucho menos cómo prevenirla.
Mosquito Aedes aegypti
Aedes aegypti, también conocido como el mosquito de la fiebre amarilla, es un culícido que puede ser portador del virus del dengue, así como de otras enfermedades, como la chikunguña, la fiebre del Zika y el Virus Mayaro.
Esta especie se distingue por unas marcas blancas, aunque sus diferencias en aspecto con respecto a otros mosquitos pueden ser ligeras. Es originario de África, a pesar de que a día de hoy se hayan encontrado ejemplares en regiones tropicales y subtropicales en todo el mundo.
En lo que respecta a América, esta especie se puede encontrar desde los estados del sur de Estados Unidos, hasta el norte de Argentina, aunque también se han encontrado casos en Uruguay.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que esta especie de mosquito causa 50 millones de infecciones y 25.000 muertes al año.
El trabajo de Carlos Finlay
Aunque por más de 20 años los estudios de Finlay fueron ignorados, una vez terminada la Guerra Hispano-Estadounidense, el general y gobernador de Cuba, Leonard Wood, pidió que se probara la teoría del médico.
Gracias a esto sus trabajos de investigación y experimentos volvieron a ser revisados.
Por petición de Finlay se creó una Comisión Cubana de la Fiebre Amarilla que, siguiendo las indicaciones del médico cubano, combatió al mosquito y aisló a los enfermos hasta que en tan sólo siete meses, la enfermedad desapareció de Cuba.
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