Un bootleg auténtico tiene una historia de creación atrás, pues es su excéntrica y errónea apariencia la que le da su verdadero valor.
Todos de pequeños nos hemos quedado con el deseo de un juguete, ya sea que nuestros padres y/o Reyes Magos nunca tuvieron dinero para cumplir nuestro antojo, o porque salió de mercado demasiado pronto, el antojo por un juguete de ensueño es muy común entre los adultos.
Sin embargo, el mercado popular para sustituir esos deseos frustrados de los menores y acercar a los niños de bajos recursos a los personajes de las grandes marcas comenzaron con la piratería de los diseños.
Así fue que desde la década de los 70 comenzaron a fabricarse en masa muñecos y figuras de acción que trataban de imitar a los de renombre, pero a una calidad y diseño muy pobre.
Muchos de ellos tenían rebabas del mal suaje del plástico, estaban pintados pobremente y sin el patrón de los colores correctos o bien con dedos, cuernos o colas extras o del lado equivocado a los originales.
Este tipo de falsificaciones son conocidas como bootleg y hoy en día pueden llegar a costar millones de pesos.
¡No es broma! Estos productos hechos sin licencia, producidos en masa y que solían encontrarse en los tianguis, ferias y bazares a muy bajo costo, hoy son muy cotizados por algunos coleccionistas, ¿por qué?.
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De entrada hay que explicar que el término bootleg hace referencia a la época de ley seca y los contrabandistas de alcohol en Estados Unidos. La traducción de la palabra significa literalmente la “pernera de la bota” que se refiere a la tradición de esconder la botella de licor ilegal en una bota.
Esta relación entre el término de esta piratería y la época en que se desarrolló es lo que hace valioso a un objeto de esta especia, ya que un bootleg “auténtico” tiene toda una industria a sus espaldas, con cientos de fábricas trabajando día y noche en la manufactura de estos productos.
Es ahí donde radica la cotización de una de estas piezas, pues en su mayoría, estos muñecos fueron elaborados de manera artesanal, es decir, comerciantes que para tratar de generar la novedad de un producto realizaron sus propias falsificaciones dándole personalidad a su piratería.
¿Cómo? Sencillamente creando figuras icónicas inexistentes basándose en un personaje o saga. Un claro ejemplo de esto son las figuras de luchadores mexicanos, especialmente El Santo, los cuales no tenían una figura “autorizada” y se hicieron muy populares en la piratería.
A mediados de los 70, en países como Estados Unidos y Japón existía un auge importante para las franquicias jugueteras de marcas como Star Wars, Mazinger Z, Godzilla y ThunderCats, entre otros. Fue así, que México se convirtió en un productor de muchos de estos muñecos que eran realmente caros para los bolsillos del ciudadano mexicano promedio.
De este modo y por fortuna para cientos de niños y coleccionistas de la época, los artesanos comenzaron a crear sus propias versiones de estos juguetes, imprimiendo un sello muy particular en sus creaciones y dotando a sus piezas de un alma única.
Esta personalidad única es lo que los hace hoy en día tan valiosos ya que, aunque existen en apariencia muchas piezas como ella, los verdaderos coleccionistas saben que hay pocos bootleg iguales.
Entre las piezas más icónicas que pueden venderse a miles de pesos en mercados de juguetes especializados se encuentran aquellos creados con plástico duro, trapo o baquelita, como los Mazinger Z gigantes, el Mumm Ra de plástico soplado, y por supuesto, el Darth Vader luchador, bootleg 100% mexicano, ya que poseía la cara del icónico villano atrapado en el cuerpo de El Santo.
Y tú, ¿tienes alguno de ellos?