Las dos visiones de país están en un constante enfrentamiento. Una busca consolidarse con el apoyo ciudadano y la otra se resiste a extinguirse
Primero debemos reconocer los principales problemas del país: la desigualdad económica y social, la corrupción y la inseguridad. Estos problemas no son recientes y han sido los responsables de los atrasos que todos los mexicanos sufren día con día. Frente a estos problemas, se reconocen dos visiones de país que están enfrentadas y en una lucha constante.
La primera, que durante los últimos 30 años estuvo vigente, se aprovechó de la pobreza de la gente y se generó clientelismo electoral a sus expensas, es la visión del esclavismo laboral moderno, que pagaba sueldos bajos con el argumento que, de incrementarlos, se generaría una gran inflación; la visión del modelo económico que privilegiaba el mercado sobre la intervención del gobierno y que hizo quebrar empresas productivas del Estado para luego venderlas a particulares y que les generaron un gran negocio.
Esta visión es la que ha empeñado el futuro del país a costa de unas cuantas dádivas. Este modelo tuvo pocos beneficios para la población, pero sí consecuencias importantes, como el incremento en la cantidad de pobres, la amplitud de la brecha de desigualdad económica, el aumento en los niveles de inseguridad, el abandono del campo, el endeudamiento del gobierno a causa del mal manejo de las finanzas públicas y la gran corrupción desmedida, además de la poca creación de infraestructura y la agudización de los problemas de los servicios públicos. Este modelo está agotado y fue reprobado por la ciudadanía en las elecciones del año anterior.
Frente a este modelo se afrenta la visión que está impulsando el Presidente y que se construye todos los días. Este modelo busca la inclusión de los actores que tradicionalmente estaban olvidados, como los jóvenes, los discapacitados y los indígenas. También busca una mayor intervención del Estado en las decisiones económicas para reducir la brecha de desigualdad que existe, y pretende implementarlo con un manejo sano de las finanzas públicas, sin recurrir al endeudamiento y sin crear nuevos impuestos; con un cuerpo de seguridad muy capacitado y con disciplina para reducir la violencia, un gobierno austero que privilegie el apoyo a la sociedad en vez del beneficio de unos cuantos, como anteriormente se venía realizando.
Las dos visiones del país están en un constante enfrentamiento que se ve todos los días. Una, busca consolidarse con el apoyo ciudadano, que fue refrendado en las urnas, prueba de ello es el porcentaje de aprobación con el que actualmente cuenta el Presidente, la otra visión se resiste a extinguirse y sigue oponiendo resistencia. Todo esto nos remite a dos opciones, ayudar a que se detone el cambio o regresar al pasado, aunque es ilógico pensar que con el mismo modelo se pueda superar la decadencia.
La visión del Presidente tiene frente a sí varios retos, el principal es la velocidad de su implementación, que sea lo bastante rápida para que la gente note cambios, pero que su implementación sea lo suficientemente tersa para que no cause abruptos. Ya se han dado los primeros cambios y han sido muy importantes, la cercanía con la gente, la eliminación de los lujos innecesarios, el incremento del salario mínimo, especialmente en la frontera y la creación de un nuevo cuerpo de seguridad intermedia, como la Guardia Nacional, para reducir los índices delictivos, entre otros.
Aún falta que estos cambios se consoliden y que la visión que impulsa el Presidente llegue a todos los rincones del país. No hay que quedarse fuera de este suceso histórico, ya que todos estos cambios están pensados para que nos vaya bien a todos. No tengo duda de que estamos en el camino correcto.
Por Arturo Ávila Anaya
DATA
Existen datos que permiten corroborar que se están realizando cambios en el sentido correcto. El Inegi dio a conocer que la Inversión Fija Bruta (IFB) en enero tuvo un avance del 1.1% con respecto al mismo mes del año anterior y de 8% con respecto a diciembre.
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