Después de asegurar que sus predecesores no lo hicieron por cobardía, Donald Trump hizo el reconocimiento oficial de Jerusalén como capital de Israel, trastocando la diplomacia estadounidense de las últimas décadas
A pesar de las advertencias sombrías desde todo el mundo, el presidente Donald Trump el miércoles trastocó la política exterior estadounidense de las últimas décadas al reconocer a Jerusalén como la capital de Israel.
De nada sirvieron las exhortaciones apremiantes de gobiernos árabes y europeos o la amenaza de protestas y violencia contra Estados Unidos: Trump dijo que ponía fin a un enfoque que desde hace décadas no ha podido hacer progresar el proceso de paz. Por primera vez, respaldó personalmente el concepto de la “solución de dos estados” para Israel y los palestinos, siempre que ambas partes lo acepten.
“He resuelto que es hora de reconocer oficialmente a Jerusalén como la capital de Israel”, dijo en un discurso desde la Casa Blanca. Dijo que la medida venía con un “largo retraso” y beneficia los intereses de Estados Unidos. El reconocimiento, añadió, reconoce la “obviedad” de que Jerusalén es el asiento del gobierno israelí a pesar de la disputa en torno de su estatus, uno de los elementos cruciales del conflicto entre israelíes y palestinos.
“Esto es ni más ni menos el reconocimiento de la realidad”, dijo Trump. Ante lo cual, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, calificó el anuncio de “día histórico” y “paso importante hacia la paz”.
Pero por su parte, el presidente palestino Mahmud Abbas dijo que con su decisión, Trump “declaró que se retira” del proceso de paz. Mientras que el presidente galo Emmanuel Macron dijo que se trata de “una decisión lamentable que Francia no aprueba”. Sostuvo que “contraviene el derecho internacional y las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU”.
El estatus de Jerusalén “deberá ser determinado por israelíes y palestinos en negociaciones bajo los auspicios de las Naciones Unidas”.
Trump ordenó al Departamento de Estado iniciar el proceso de trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén como lo requiere la ley. Sin embargo, funcionarios dijeron que el traslado tomará años. Además, el mandatario estadounidense aseguró que su decisión no pondría en entredicho las fronteras geográficas y políticas de la ciudad, las que serán determinadas por Israel y los palestinos.
Antes del discurso, líderes árabes y musulmanes advirtieron que el anuncio podría traer violencia. En Gaza, cientos de palestinos quemaron banderas estadounidenses e israelíes. Agitaron pancartas que proclamaban a Jerusalén como su “capital eterna”, una frase que también emplean los israelíes para su país.
Los aliados más estrechos de Estados Unidos en Europa pusieron en duda la prudencia de una medida que rompe drásticamente con la posición anterior de Estados Unidos de declararse neutral sobre la soberanía de la ciudad.
Imagen: Internet
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