La desertificación impacta directamente en la vida de 650 millones de personas en 110 países, y contrariamente a la creencia popular, se trata de un proceso que a menudo se puede invertir
Desde 1995, cada 17 de junio tiene lugar el Día Mundial para Combatir la Desertificación y la Sequía y el lema de este año es Construyamos el futuro juntos.
La desertificación no hace referencia al avance de los desiertos; se trata más bien de una degradación continua de los ecosistemas de las zonas secas debido a las actividades humanas como la sobreexplotación de la tierra, la minería, el sobrepastoreo y la tala indiscriminada y a los cambios climáticos.
La desertificación puede ser causa o efecto del proceso de aridización. Originalmente esto pasa en las zonas que son fértiles, donde se practica la agricultura secuencial.
Además, el aumento de la población obliga a una explotación intensiva del terreno hasta que se produzca su agotamiento. La segunda etapa comienza cuando el suelo deja de ser fértil y se encuentra despojada de su cubierta vegetal, el agua y el viento lo erosionan más rápido hasta llegar a la roca.
De esta manera, la desertificación incide directamente en las vidas de 650 millones de personas en 110 países, y contrariamente a la creencia popular, se trata de un proceso que a menudo se puede invertir, por ejemplo mediante la aplicación de tecnologías de utilización de la tierra y estrategias de uso del agua apropiadas. Sin embargo, uno de los métodos más eficaces para combatir la desertificación es erradicar la pobreza.
En la mayor parte de las zonas de cultivo el suelo se erosiona mucho más deprisa de lo que demora en formarse. Podrían necesitarse décadas o siglos para que el paisaje volviera a cubrirse de verde.
Es un reto mundial que genera repercusiones graves para la biodiversidad, la ecoseguridad, la erradicación de la pobreza, la estabilidad socioeconómica y el desarrollo sostenible.
Así pues, el objetivo de esta fecha, como muchas otras proclamadas por la Asamblea General de Naciones Unidas, es crear conciencia sobre el problema y promover la aplicación de medidas responsables para combatirlo.
De seguir como hasta ahora, calcula la ONU, en 2025 cerca de mil 800 millones de personas vivirán una escasez absoluta de agua. Además, dos tercios de la población mundial no dispondrán de suficientes recursos hídricos.
Para 2045, alrededor de 135 millones de personas en todo el mundo podrán haber sido desplazadas como consecuencia de la desertificación.
Hasta la fecha, más de 120 países se han comprometido con el Programa de Establecimiento de Objetivos para lograr la neutralidad de la degradación de la tierra (LDN) y se han logrado avances considerables desde la adopción de la Agenda 2030 en 2015.
LDN representa un cambio de paradigma en las políticas y prácticas de gestión de la tierra. Es un enfoque único que contrarresta la pérdida esperada de tierras productivas con la recuperación de áreas degradadas, colocando estratégicamente las medidas para conservar, gestionar de forma sostenible y restaurar la tierra en el contexto de la planificación del uso de la tierra.
Estamos a tiempo. Las soluciones son posibles con una firme participación de la comunidad y cooperación a todos los niveles.
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